Es el único que viste con un chaleco antirreflejante, con botas mineras, con un pasamontañas y una gafas… Él es oficial albañil.

Al ritmo de las cumbias, las norteñas y una que otra balada romanticona, de esas que te hacen suspirar, llegó más de una centena de albañiles al Seminario Palafoxiano de Puebla. Bien acicalados, perfumados, con sus mejores zapatos, relucientes y sin el polvo de la construcción, celebraron el Día de la Santa Cruz.

Algunos viajaron desde Tlaxcala para escuchar la misa que celebra cada año el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, quien en la homilía les explicó que la cruz es el máximo signo de los católicos y para echarles porras a sus “compas” que participaron en el concurso de cruces que organizó la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC).

Andrés Romero Flores es albañil desde los 12 años, ahora tiene 40, y desde hace 10 concursa con cruces fabricadas con varillas de todas las pulgadas y con aditamentos como casco, pañuelos y herramientas de construcción. Este año tejió varillas para formar dos albañiles arrodillados ante la cruz.



Este hombre originario de Cuatlancingo es el único que viste con un chaleco antirreflejante, con botas mineras, con un pasamontañas y una gafas, y se comporta como un ingeniero que supervisa los detalles de un gran edificio. Él es oficial albañil.

Relató que la albañilería es difícil cuando se es niño, recuerda: ¡Casi me doblaba cargando los botes de cemento. Es un trabajo duro, muy duro, pero mire a mi familia, todos hemos comido de la obra¡

Andrés es el más chico de tres albañiles que iniciaron trabajando desde niños debido a las carencias económicas de su hogar. Los Romero Flores son la constante en las historias de familias de albañiles, habitaban en las zonas marginadas en dónde no había ni para comer y por ello se unieron a la fuerza laboral desde pequeños.

El presidente estatal de la CMIC, José Antonio Hernández, reconoció que el oficio de albañil no es el mejor pagado pues ganan alrededor de mil 500 pesos a la semana y que debido a las caída de inversiones en la construcción el empleo escasea.

Esto no le importa a Florencio Romero Flores de 38 años, quien empezó a construir edificios a los 23 años. Su fe es tan grande que espera que ¡primero Dios! haya mucho trabajo en lo que resta del año. A él no le importa nada más que pedir a la Virgen de Guadalupe que lo libre de la muerte, ha visto a dos compañeros caer de edificios.

Santiago Xinastle tiene 37 años, es tlaxcalteca, él ya escuchó misa, ya vio las cruces y solo espera que inicie el reparto de los tacos de canasta que regalan a los albañiles para poder lanzarse a Panzacola, en donde el patrón de la obra les hará una fiesta.

La sonrisa de Santiago se esfuma cuando le pregunto si ha visto accidentes en los 22 años que tiene trabajando en la construcción y me dice: Hace 22 años mi padre se cayó de un segundo piso y estuvo en coma por más de dos años. Gracias a la Santa Cruz está vivo, pero quedó paralítico.

¿Aún así decidiste ser albañil?: Tenía que mantener a mis padres y son los riesgos de la vida. Te puede pasar aquí o allá, ¿no lo crees?

La canasta de tacos de chicharrón, de frijoles refritos, de adobo y de papitas con chorizo descubre su aroma y los tacos empiezan a salir. Santiago, acicaladito y perfumadito vuelve a sonreír.

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