Madre e hija cuentan que toda su vida se han dedicado al campo y a la venta de memelas, pero que en 2018 pudieron comprar el mototaxi
Las mujeres de la junta auxiliar La Resurrección son trabajadoras y visionarias, además no solo saben hacer memelas. También saben ahorrar e invertir su dinero, este es el caso de Vicenta García Márquez de 85 años de edad, quien compró un mototaxi para que su nieta María Luisa Gómez García de 29 años, lo condujera.
Mientras María Luisa se manifestaba pacíficamente frente al Palacio Municipal de Puebla con los integrantes de “Unión Juquilita”, quienes exigen que el gobierno municipal los apoye en la regularización de sus mototaxis, Vicenta espera arriba de su vehículo con su hija Marcelina Gómez García de 50 años.
Madre e hija cuentan que durante toda su vida se han dedicado al campo y a la venta de memelas, y que en el 2018, pudieron comprar el mototaxi para generar recursos sin la necesidad de trasladarse a la capital poblana.
La junta auxiliar de La Resurrección es famosa por sus deliciosas memelas verdes, rojas y banderas, elaboradas por las mujeres de esa comunidad ubicada al noreste de la capital. La mayoría de estas mujeres se trasladan a diferentes puntos de la ciudad de Puebla para vender su producto.
Marcelina dice que para que la masa para elaborar memelas esté lista a más tardar a las 6 de la mañana, hora en que salen de la comunidad, se utilizan los mototaxis hasta media noche y desde las cinco de la mañana, para llevar el maíz y pasarlo por el molino.
“En La Resurrección los molinos están en calles angostas, la mayoría de terracería, hasta ahí llegan los mototaxis con nuestras cubetas. Antes las llevábamos cargadas en burros y nosotras caminando jalando al animal, pero con el mototaxi todo es más fácil y además es económico. Aunque va haciendo polvo pero nos lleva”.
Añadió que las rutas de transporte público Libertad-Cuauhtémoc-Resurrección y la Ruta 17, les brindan un servicio adecuado para traslados a la capital, pero que para llegar a la colonia 2 de marzo o a las viviendas que están debajo de la autopista, son los mototaxis el único medio de acceso.
Luisa, la mayor, dice que espera que las autoridades acepten este medio de transporte, porque es el sostén económico de su familia y la forma en la que su nieta María Luisa se gana la vida y puede atender a sus dos niños de cinco y dos años de edad.
“Estoy enferma, ya no puedo salir por eso lo compré -el mototaxi- y se arriesgó mi nieta lo está trabajando. Me da 200 pesos diarios para el gasto (…) Por eso venimos a ver que Dios dice, si nos dan permiso o no, porque allá nada más nos están espantando que nos van a quitar. No robamos, hay que hacer la lucha para trabajar”.
Con una sonrisa estas mujeres se despiden y me dicen “hasta mostla”, (hasta luego en náhuatl), en tanto llega corriendo María Luisa para que su mamá y su abuelita le cuiden a sus niños, mientras da una entrevista a dos reporteras a las que les llama la atención por ser la única mujer que pilotea un mototaxi.
María Luisa sonriente les cuenta su historia de superación, de cómo es vista como un ejemplo de lucha y valentía en la comunidad indígena de La Resurrección, donde se pensaba que las mujeres solo sabían hacer memelas.