Ricardo S. A. se llevó a Héctor Mauricio cuando tenía  1 año con 10 meses de edad, y nunca más lo volvió a ver a su mamá

Andrea Lezama Bonilla, tiene 28 años y desde hace seis tiene un sueño recurrente. Ella está en un campo lleno de rosas color rosa caramelo, ahí está su personaje favorito, Harry Potter, quien con su varita mágica hace aparecer a Héctor Mauricio, su más grande amor.

De repente el despertador suena y a ella se le escapa una lágrima porque solo cuando duerme puede hablar con su pequeño hijo, a quien Ricardo S. A. , su ex esposo, le arrebató cuando el pequeño tenía tan solo un año con 10 meses de edad.

Cuando lo tenga enfrente le diré lo que le cuento a diario en mis sueños. Que lo amo tanto, que nunca he dejado de luchar por él y que jamás me detendré. Que cuando estemos juntos físicamente, porque sé que estamos unidos por el corazón, tendré la fuerza y el amor necesario por los dos para recuperar el tiempo que nos han impedido estar juntos”.

El pasado 1 de agosto, Héctor cumplió 8 años y Andrea lo celebró frente a la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia de Género Contra las Mujeres, ubicada en la 10 oriente 417, para exigir a las autoridades poblanas que le traigan a su hijo que está en Los Cabos, Baja California Sur.

Cargando globos con figuras de dinosaurios y una lona impresa con un dibujo pericial, que realizó recientemente la Fiscalía General del Estado (FGE) de cómo se podría ver ahora su hijo Héctor, acusó que ha sido ignorada y revictimizada durante seis años, cuando ella y su hijo son víctimas de Violencia Vicaria.

“A pesar de que ya cuentan con la dirección de dónde está mi hijo, la Fiscalía no hace más que mandar oficios y esperar a que las autoridades de Baja California se decidan a realizar las investigaciones, específicamente el Ministerio Público de la mesa siete, quien en diversas ocasiones argumenta que mi hijo está con su padre”, contó a Urbano Noticias.

Andrea explicó que mientras más pasa el tiempo, se rompe el vínculo materno- filial, lo que consideró como un atentado contra su maternidad y el bienestar emocional de su hijo, al tiempo de reconocer que posiblemente su ex esposo Ricardo le haya dicho al pequeño Héctor que ella lo abandonó o que está muerta.

Lo más grave es que, aunque en Puebla el pasado 15 de julio se aprobó la Ley Vicaria, ella volvió a ser revictimizada el 1 de agosto, cuando fue a preguntar los avances de la localización de su hijo, cuando le preguntaron, por enésima ocasión, que como podía probar que el padre no le permitía ver al menor.

Además, en todos estos años la FGE no lanzó la Alerta Amber para localizar a su hijo, los jueces le pidieron que presente físicamente al niño para poder entregarle la guardia y custodia, y la familia de su ex esposo, que vive a tan solo 15 minutos de su domicilio, ha intentado hasta golpearla para que deje de buscarlos pidiendo información de Ricardo y de su hijo.

La incompetencia de las autoridades, la insensibilidad de los jueces y la incomprensión de los abogados sobre lo que implica la violencia vicaria, llevó a Andrea a estudiar la licenciatura en derecho, que recientemente concluyó, para ser su propia defensora.

En seis años Andrea cambió de abogado hasta 10 ocasiones, pero desde el año pasado que ella misma asumió el caso, ha logrado avances considerables como localizar la escuela dónde estudia su hijo en Los Cabos y la dirección dónde posiblemente viva su hijo con su padre, su nueva esposa y un bebé producto de esa unión.

“A nosotras nos llaman malas madres cuando solo buscamos a nuestros hijos, y a ellos nos son capaces de llamarlos agresores cuando son protegidos por sus familias, sus parejas y la sociedad. Exijo justicia para mi hijo y para mí. Desde hace seis años no sé nada de él, no sé cómo luce físicamente, vivo de esto” dijo mostrando el dibujo pericial.

La asociación Missing Angels Org, dedicada desde hace 15 años a ayudar a madres buscadoras con retratos de edad progresiva de personas desaparecidas, realizó una proyección en 2021, de cómo podría lucir ahora su hijo Héctor Mauricio S. Lezama.

Para Andrea el rostro de su hijo no ha cambiado, ella lo mira casi idéntico al pequeño que le arrebataron el 18 de junio del 2016.

TENÍA MIEDO Y SE SENTÍA CULPABLE

Andrea tenía 19 años cuando tras saberse embarazada decidió casarse con Ricardo,  un hombre dos años mayor, de oficio carpintero.  Ella era estudiante de Ciencias de la Comunicación.

Al nacer su hijo quiso terminar su carrera, pero Ricardo se opuso, situación que la llevó a separarse cuando Héctor tenía año y medio.

Aunque no sufrió violencia física, hoy reconoce que fue violentada económicamente, pues Ricardo evadió sus responsabilidades. Por no tener enfrentamientos nunca pidió pañales, leche, alimentos o medicamentos que solventó con la ayuda de su madre.

Además, permitía la convivencia de su hijo con su padre, ella quería que tuviera una figura paterna. Sin discusión de por medio y con un acuerdo de palabra, Ricardo pasaba los fines de semana por el pequeño Héctor para convivir con su familia paterna.

Hoy Andrea reconoce que en la Violencia Vicaria también entra el factor económico. Los agresores suelen tener poder adquisitivo y aun así ser deudores alimentarios para «ahorcar financieramente» a las madres y que estas se vean obligadas a contactarlos o buscar alternativas.

Ella no pidió nada y comenzó a trabajar en una estación de radio, mientras Ricardo la veía crecer con envidia y coraje de que no podía frenar su crecimiento profesional hasta que pudo dañarla de por vida sin que mediaran los golpes.

Gracias a la colectiva de madres amorosas Cam Cai, la cual conoció en sus múltiples visitas a la FGE y de la cual es hoy vicepresidenta, Andrea tiene más fuerza porque está acompañada de decenas de mujeres que viven el mismo dolor y que no se detendrán hasta regresar a sus hijos con ellas.

“Me cuestionaron tantas veces en el ministerio público y los juzgados sobre que había hecho para que el padre de mi hijo se lo llevará, que de verdad pensé que yo estaba mal. Vivía con miedo, pero gracias a la asesoría de Cam Cai me empoderé porque sé que somos miles las víctimas de violencia vicaria”, contó.

Con la reciente aprobación de la Ley Vicaria, Andrea tiene esperanza de que por fin se pueda hacer efectiva la orden de arresto que tiene Ricardo desde el pasado 3 de mayo, por no presentarse a las audiencias del juicio de alimentos.

Mientras esto sucede Andrea continúa llenando sus redes sociales de mensajes de amor para su hijo, ella espera que, si se comparten masivamente, el pequeño pueda verlos o quienes conocen a Ricardo sepan que es un violentador vicario.

“Feliz cumpleaños, mi niño ??‍?❤️ hoy cumples 8 añitos, desearía haberte podido despertar con besos y abrazos mientras te cantaba las mañanitas pero desgraciadamente no fue así, fue como en los años pasados, sobrevivir este día y fingir que estaba bien, ¿Sabes por qué? Porque no sabía que era víctima de #ViolenciaVicaria y no sabía que miles de hijas e hijos y sus mamis estaban en la misma situación que nosotros.

¡Quiero que sepas que te amo con todo mi corazón y que cada día continúo luchando por estar nuevamente contigo, mi bebé ❤️?‍? algún día sé que podrás comprender todo y entenderás cuánto te amo! ?

Mi Mau ❤️?‍? feliz cumpleaños, mi amor ????Te amo infinitamente ? y deseo que pases un maravilloso día. Físicamente no podemos estar juntos pero ten por seguro que en mi mente y corazón lo estamos”

VIOLENCIA VICARIA, LA EXPRESIÓN MÁS CRIUEL DE VIOLENCIA DE GÉNERO

La violencia vicaria es aquella en donde hay manipulación de las y los hijos por los padres, e incluso su familia extendida o cuando se sustraen a las hijas o hijos de sus madres, amenzando con nunca volver a verlos, con la intención de romper el vínculo materno filial, lo que provoca daños irreversibles en las víctimas.

El único objetivo de la violencia vicaria es destruirle la vida a la mujer. Implica una intención clara de causar un daño infinito y un dolor extremo a la que no se pudo asesinar.

La violencia vicaria cuenta con la complicidad de una sociedad que cuestiona permanentemente a las mujeres, que las priva de autoridad y pone en duda su palabra.

De acuerdo con la Colectiva de Cam Cai en ocho de cada 10 casos de violencia vicaria las madres fueron separadas de sus hijos de forma inesperada, como el caso de Andrea; en el resto de casos hubo amenazas previas y en todos los casos es recurrente tras un divorcio de por medio.

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