Ruega a La Morenita que cuando llegue la muerte sea en una peregrinación dice Salvador guía de la peregrinación anual de Puebla a la Basilíca


«A piecito andado iba y así volvía. El día entero desde la madrugadita y bien entrada la noche la pasaba en la Villa de Guadalupe; espectador de las danzas, de los adornos florales, oyente de los idiomas indios . Ahora ya no voy a la Villa, pero antes y hasta hace poco tiempo sí», así describiría el poeta Andrés Henestrosa a Don Salvador Bautista Rubio, quien empezó a peregrinar en los años setentas con apenas 17 años. Ahora con 61, dice que dejará de ir al Tepeyac solo hasta que ya no pueda caminar.

De oficio albañil y oriundo de Zinapécuaro, Michoacán, durante los 43 años que ha caminado a la Basílica de Guadalupe a pedido a «La Morenita» por todo y por todos. Ahora solo pide que cuando llegue la muerte sea en una peregrinación.

Don Salvador ha caminado por veredas, junto a ríos, por montañas y por asfaltos hasta por 15 días cuando salía de su tierra natal, siendo testigo del tiempo y de las transformaciones de las localidades por dónde pasa; y también las del cerro del Tepeyac y de los santuarios que se han alzado para adorar a la Virgen de Guadalupe.

También ha visto milagros. Con lágrimas en los ojos y mirando de frente al ayate con la imagen de la que llama «su madre santa», aseguró que el cáncer, el lupus, la homosexualidad, la infertilidad y cualquier enfermedad se cura con la sola fe en «La Morenita».

La multiplicación de los panes que se cuenta en el evangelio no solo la vivió Jesucristo. Salvador la ha vivido y ha comido de ella, pues contó que en una peregrinación que realizó en los 90s, desayunaron 11 personas, nueve adultos y dos niños con dos huevos. «Los comimos en salsa hasta saciarnos».

La gasolina para el regreso también se ha multiplicado. Contó que en otro recorrido, regresaron a Michoacán con solo 10 litros de gasolina «la aguja marcaba siempre en la reserva y no se acabó».

Salvador nunca ha visto un muerto en las peregrinaciones que de joven inició con sus amigos de la iglesia, después con su familia y ahora que vive en la sierra norte de Puebla, en Tepetzintla, las organiza desde hace 12 años, llevando al Tepeyac a cientos de personas que lo obedecen sin dudarlo.

En esta 127 Peregrinación Anual de la Arquidiócesis de Puebla, Salvador guió a 220 personas a pie, más otras 50 que forman el equipo de cocina, el grupo de seguridad y los choferes de las camionetas que los regresarán con los pies adoloridos, en algunos casos sangrantes pero con el corazón inflamado de fe.

El recorrido que realizaron para llegar a las misa de 11 de la mañana de este 12 de febrero que encabezó el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, fue de cinco días en los que pernoctaron en comunidades como San Miguel Atlapulco en el municipio de Huehuetlán el Grande y en el «Hogar del Niño Campesino en Cholula.

¿Hasta cuándo va a peregrinar Salvador?- se le preguntó.

«No lo sé, me siento en las últimas físicamente. Mejor pregúnteselo a Lupita, a ver hasta cuando me quiere aquí. Voy a venir hasta que ella me lleve. Siempre le pido que me recoja en una peregrinación».

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