Abrió sus puertas un 18 de julio de 1953, donde los poblanos acabaron con el boletaje para disfrutar de la batalla estelar de algunos luchadores que son íconos de este deporte mexicano.

El tradicional grito de “lucharán de dos a tres caídas sin límite de tiempo”, se convirtió en el sonido emblemático que tiene de manteles largos a la conocida Arena Puebla que cumplió 65 años de funciones.

La Arena Puebla abrió sus puertas un 18 de julio de 1953, donde los poblanos acabaron con el boletaje para disfrutar de la batalla estelar de algunos luchadores que son iconos de este deporte mexicano.

El Santo, El Cavernario Galindo y El Verdugo vs Tarzán López, Enrique Llanes y Black Shadow, fue la primera cartelera que provocó que el coliseo se llenara de historias que con el paso de los años se siguen contando.

Carlos Hernández tiene 55 años y recuerda que de pequeño, acudió con su papá a varias funciones de la Arena Puebla ubicada en la 13 oriente 402.

Con una sonrisa que refleja algunas arrugas en su rostro, recuerda la euforia vivida las veces que entró al coliseo poblano, donde los aficionados siempre estaban con rechiflas ante su desesperación porque no arrancaba la primera función.

Menciona que el sudor de los luchadores impregnados en los pasillos, la cerveza aventada durante las funciones y las tradicionales cemitas de milanesa, además de los reflectores que iluminan el centro del cuadrilátero, son aspectos emblemáticos que dan vida a la Arena Puebla.

“Cómo olvidar la sensación que sentía cuando entraba de pequeño a la Arena Puebla, la piel se me estremecía con tan solo ver salir a mis luchadores favoritos, ese olor a cerveza y el sudor, es algo que todavía recuerdo”.

Blue Demon, El Huracán Ramírez, Arturo Casco “La Fiera”, René Guajardo, Gardenia Davis, El Faraón, Enrique Vera, El Perro Aguayo y el Perro Aguayo Jr., son leyendas que presumieron su talento en este cuadrilátero.

Manuel Mar Hernández fue uno de los administradores de la Arena Puebla, donde varios luchadores perdieron sus cinturones, cabelleras y hasta máscaras que los distinguió como profesionales del deporte mexicano. 

Años después, sufrió un lamentable infarto y su hijo, Benjamín Mar, encabezó las riendas del proyecto que cada lunes, sigue deleitando a los cientos de poblanos con diversas luchas que jamás pasarán de moda.

¡Pártele su madre! ¡Réferi vendido! Forma parte del léxico mexicano que también deben escucharse en las funciones de lucha libre que arrancan a las 9 de la noche.

Karina Sánchez Daniel solamente asistió una vez a las luchas; eso bastó para enamorarse de la cultura popular de este deporte que sirvió para quitarle el estrés laboral y también reflejar su lado mexicano.

Admite que su corazón está con los rudos y también reconoce, que quisiera estar arriba de las cuerdas del cuadrilátero para volar como lo hacen los profesionales de la lucha y caer sobre sus adversarios.

Y como diría la canción, quisiera meter “la Wilson, la Nelson, la quebradora y el tirabuzón”, pero sabe que ante la falta de su talento, solamente puede gritar “puto”.

“Es una palabra pequeña y no me quita tiempo decirla, para mí es muy común. No me da pena decirla y nadie puede decir que jamás la ha dicho adentro de las luchas cuando vivimos con toda emoción una pelea de lucha libre”.

La luche libre mexicana lleva más de 80 años de historia en México, en el estado de Puebla seguirá como uno de los principales atractivos, donde los aficionados se darán cita cada lunes para disfrutar de una cemita y ver perder o ganar a sus peleadores emblemáticos.

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