Melanie agradeció a su madre por heredarle su ADN, su color de piel, sus ojos, pero sobre todo por compartir sus sueños y espíritu aguerrido.
“Vivimos tiempos difíciles, pero, ante cualquier duda, la respuesta está ahí: en la naturaleza”, la voz en off de Amy Camacho y un collage de fotografías de la ex directora de Africam Safari, marcó el inicio de un homenaje realizado en Bosque Eterno, donde desde el viernes están sus cenizas, tras fallecer la víspera.
“No es un adiós, cuando el legado sigue”, esta leyenda pudo leerse previo al inicio de la transmisión vía internet organizada por su familia, quienes lanzaron palomas blancas al aire para rematar esta ceremonia, en la cual estuvieron sus siete hermanos: Bianca, Carolina, Dayami, Erika, Frank Carlos, Gregory y Honorine, para quienes Amy se convirtió en su líder, tutora y madre putativa desde 1980, cuando todavía no cumplía la mayoría de edad, después de la muerte de su madre y el deceso de su padre dos años antes.
Ahí estuvieron también su esposo Enrique Rodriguez y sus hijos Adrián, Melanie y Triana, quienes consideraron obligatorio mantener el legado de esta mujer que contaba con 61 años: vivir con pasión y compasión.
La ceremonia en Bosque Eterno, un servicio cristiano entre familiares y un pequeño grupo de amigos, estuvo cobijada por más de dos mil ‘viewers’ que a la distancia siguieron el homenaje de la matriarca de la tribu.
“Te amamos, Amy. Algún día nos encontraremos, amada hermana. Dios les bendiga a todos y que Dios le de mucha fortaleza a toda su familia, porque Amy está viva, su espíritu está vivo (…), nunca te olvidaremos”, dijo Yuri, después de cantar a la distancia para su amiga, prácticamente al final del servicio cristiano, el cual estuvo encabezado por el pastor Alberto Parás, esposo de Carolina, una de las hermanas de Amy, quien agradeció a Dios por el “privilegio” de haber conocido a esta mujer, por el impacto que dejó en los corazones de muchas personas:
“Recíbela, disfrútala, aprovéchala y danos la esperanza Dios de saber que ella está en un mejor lugar y la convicción de que la volveremos a ver”, pidió el predicador.
Con la voz entrecortada, Enrique Rodríguez tomó el micrófono, admitió que a media madrugada escribió muchas cosas y tachó otro tanto; “qué podía escribir de ella”, se preguntó. Y de súbito, se sintió “inmensamente feliz” por todo lo vivido con “esta hermosa, talentosa y multifacética mujer, fue una aventura increíble: llena de pasión y entrega”.
Así el homenaje a @AmyLCamacho en @BosqueEterno
Sus hijos hablan… Su esposo… pic.twitter.com/DEYyCEX8N8— URBANO (@urbano_noticias) June 27, 2020
Entre llantos, Melanie agradeció a su madre por heredarle su ADN, su color de piel, tus ojos, pero sobre todo por compartir sus sueños y espíritu aguerrido, que es para mi lo más importante; “te honraré toda mi vida, viviendo como tu nos enseñaste, con generosidad, con pasión, y compasión, con generosidad y valentía, con honestidad, con el corazón y la mente abierta, siempre compartiendo luz”
A su vez, con un sentimiento similar, con el dolor a cuestas, tuvo la oportunidad de agradecer que haya sido aceptada tal como es, con todas sus ideas y locuras; “me pintaba el pelo de rojo (y me decía), me encanta como te ves; me cortaba el fleco, qué bueno que lo hiciste; me hacía 18 piercings, no me gustan, pero te ves bien…”
Fue Triana la que recordó que Amy tuvo un primer derrame cerebral en marzo y que como consecuencia de esa afección, escribió una carta para su familia, la intituló como “La Casa del Lago”:
“No se por qué, pero en estos días he estado pensado cómo se llama La Casa del Lago (…), la ermita como se llamó algún tiempo, la casa del capitán Camacho, la casa de Valse, el rancho, la casa de Amy, la de los Roca, para mi: La Casa Camacho, el lugar donde inició todo, ese lugar es mágico, donde nació todo, el sueño de papá nació en ese espacio, no fue una idea buscando lugar, más bien un lugar buscando a Carlos Camacho”.
Para Amy, ese lugar define a la familia, los define como personas, el más hermoso del mundo: Africam, y dentro de Africam el pedazo de tierra que fue su génesis, la casa donde vivo con mi esposo tan amado, que le ha invertido tanto de su creatividad, tiempo y dinero, para hacerla cada día más cómoda, más rica para todos, la carta que comparto con Triana, que la cobija desde que nació y que llena de música y color, la casa que comparto con Melanie…”
Sobre su refugio, su capullo, sobre lugar favorito del mundo, en voz de su hija, Amy destaca que este lugar es mágico por todos ustedes, una casa que, como dijo Neruda de su propia casa: una que crece orgánicamente, como los árboles (…)”, aunque “el espacio físico es lo que menos importa, lo más importante es dónde ocurre la verdadera magia, la magia del amor (…), una familia única, el tesoro más grande de mi vida, los amo con todo lo que soy, lo que tengo, lo que falta, lo que puedo ser , soy la persona más feliz y afortunada del mundo de ser tan amada y privilegiada de amarlos a ustedes (…).
Como si quisiera despedirse, como si quisiera hacerlo de cada uno, la carta de Amy remató: “mi amor por ti no tiene fronteras, no importa dónde o cuando nació, o dónde te lo puedo dar y recibir físicamente, mi amor por ti es sin tiempo, sin medida, sin condiciones, es el amor más grande del mundo que rebasa todos los idiomas en La Paz con Dios”.
En este orden, los hermanos de Amy destacaron su generosidad sin límite, por tomar la decisión de ser mamá por elección; resaltaron sus hermosos ojos verdes y cómo hacia sentir a las personas que llegaban a conocerla; anunciaron la plantación de un ahuehuete en Bosque Entorno en honor a Amy, y revelaron su faceta de hermana, quien siempre lideraba los proyectos, sabía qué hacer y “cuando quedamos huérfanos nos tomó de la manos y nos dijo que estábamos juntos y que unidos podíamos vencer lo que venga”.
Las palomas llegaron a las manos de la familia, era el final y el principio, un hasta luego en vez de un adiós, mirar al cielo y ver las aves volar, con la esperanza de que Amy Camacho está en un mejor lugar.
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