En Tlaxcala no hay clínicas que ofrezcan esos servicios, pero hay pastores y sacerdotes que promueven la idea de la homosexualidad como enfermedad.

A pesar de que desde el año 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que la homosexualidad no es una enfermedad y en 2018 que la transexualidad no es un trastorno mental, en la actualidad existen clínicas y terapeutas que ofrecen las llamadas Terapias de Conversión, que tienen como propósito “corregir o curar” la homosexualidad, lo que no es más que una forma moderna de tortura y representa un negocio.

Aunque en Tlaxcala no hay información respecto a clínicas establecidas que ofrezcan tratamientos, terapias, servicios, o actividades que tengan como fin “corregir” la identidad o la expresión de género, es conocido que hay pastores y sacerdotes que promueven entre sus comunidades que la homosexualidad es una enfermedad y la idea de que “es un castigo divino” o “un pecado”, con lo persiste el discurso de odio, estigma, y discriminación por quienes están al frente de los diferentes cultos.

Lo que deriva en que las familias busquen mecanismos, tratamientos o terapias tendientes a cambiar, reprimir y hasta eliminar la personalidad y las manifestaciones de identidad de género y orientación sexual, aunque para ello tengan que someter a sus seres queridos a tortura física y psicológica por lo que además están dispuestos a pagar.

Respecto al tema, la Coordinadora en Tlaxcala de la Red Mexicana de Mujeres Trans, Paola Jiménez Aguirre recordó que hace casi un año cuando formó parte del Octavo Parlamento Juvenil que organiza el Congreso del Estado, propuso que en Tlaxcala se realizaran las modificaciones necesarias a las leyes, códigos y reglamentos para prohibir de manera preventiva las terapias de conversión para así evitar la apertura de ese tipo de espacios.

“Lo que buscamos con esa iniciativa es que en Tlaxcala haya un marco legal que nos respalde y que pueda prevenir que en el estado llegue a suceder estas cosas porque son prácticas que son consideradas desde muchos puntos de vista como tortura moderna”, expuso.

A pesar de que la iniciativa fue presentada en el pleno del Congreso local como parte del Octavo Parlamento Juvenil, no fue tomada en consideración de manera formal por ningún grupo parlamentario o representación de partido político alguno.

Mientras tanto, las terapias de conversión se realizan no de manera oficial en Tlaxcala, pero si con la posibilidad de llegar a Puebla donde las clínicas cobran hasta 30 mil pesos la mensualidad para “corregir” la orientación sexual.

Sobre los métodos, Paola Jiménez explicó que van desde sesiones de electrochoques, privación de la libertad, violaciones correctivas, suministro de medicamentos, terapias psicológicas “anti gay”, hipnosis regresiva para escudriñar situaciones de la infancia, entre otras prácticas agresivas para el ser humano.

¿Es necesaria la legislación contra las terapias de conversión en Tlaxcala como medida preventiva?

-Totalmente, sobre todo porque hay registros de estados de la República que tienen estos casos, es decir no es un tema nuevo, tal vez lo sea para Tlaxcala porque hasta el momento no se han registrado casos visibles pero si poder tomar como referente Puebla, la Ciudad de México que si tienen casos registrado entonces Tlaxcala no está lejos de que en un par de años o meses se lleguen a ofertar estas terapias de conversión, que lleguen a la entidad a operar estos farsantes con estos centros y lucren con una idea errónea de que la homosexualidad es una enfermedad cuando la OMS ha dicho que no lo es, con eso dañan la salud física y mental de las personas, debe haber una iniciativa preventiva para que no tengamos esos casos.

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