Solo es cuestión de días para que, en una sesión de cabildo, ruede la cabeza del titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Fernando Rosales Solís, derivado de una cadena de malas decisiones.
Le dio manga ancha a su hombre de confianza, Gustavo Alonso Zapata, a pesar de que las evidencias de abuso de poder y el descontento entre los uniformados eran palpables. Sin embargo, se negó a corregir, y muchos mandos siguieron el ejemplo del también llamado «Sauce«.
No supo comunicar. Actuaba como si siguiera en la Fiscalía de Secuestros, donde podía esconder sus operaciones y hasta sus errores. Cada semana había un escándalo que opacaba las acciones medianamente buenas que llegó a tener.
Ante los hechos delictivos, la estrategia era tratar de esconder la información y, cuando la dependencia decía algo en redes sociales, cometían errores.
Después del asesinato de los dos policías municipales, tardó más de 18 horas en dar las condolencias a las familias y a sus compañeros. Fue evidente que se vio obligado a hacerlo tras el paro organizado por los agentes.
Su diagnóstico de la inseguridad parecía indicar que vivíamos en una ciudad sin la presencia del crimen organizado. La realidad le explotó en la cara.
Implementó estrategias francamente ridículas, como mantener patrullas detenidas en las esquinas todo el día o realizar patrullajes con la sirena encendida.
Desde que se anunció su llegada a la SSC, se intentó proyectar la imagen de que tenía una buena relación con Omar García Harfuch. Sin embargo, en la práctica, no se vio que hubiera algún apoyo especial de la Federación.
Después de este fin de semana, Fernando Rosales Solís perdió autoridad frente a los uniformados y frente a su propio jefe, el alcalde Pepe Chedraui, quien tuvo que resolver un problema que era su responsabilidad.
Este fin de semana quedó en evidencia que, en materia de seguridad, prácticamente nadie en el Ayuntamiento sabe qué hacer. Ante las quejas y el paro organizado por los agentes, no hubo un mando, un regidor, el secretario de Gobernación, alguien que enfrentara la situación. Fue el propio alcalde quien tuvo que encabezar las negociaciones.
Por cierto
En la Policía Auxiliar deberán poner sus barbas a remojar, pues este fin de semana se demostró que los elementos se cansan y que aferrarse a un mando puede ser un grave error.
No vaya a ser que los Ulloa, Mellado y Colula provoquen una crisis como la que ocurrió en la Policía Municipal.
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