Este día se recuerda a San Mateo. Dos de los cuatro evangelistas dan a este santo diferentes nombres, por ejemplo el de Leví, mientras que San Marcos lo llama, «hijo de Alfeo».
San Mateo, hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaún, en el lago de Galilea. Es llamado Leví por los evangelistas San Marcos y San Lucas. Fue un publicano, es decir, un colector de impuestos para los romanos. Cuando Jesús lo ve sentado a la mesa de recaudación de impuestos lo llama para que sea uno de los Doce (Mt 9,9ss).
Después de la ascensión del Señor, San Mateo predicó varios años en Judea y en los países cercanos hasta la dispersión de los apóstoles. Poco antes de esta dispersión escribe su Evangelio, siendo el primero de los cuatro, tal como lo atestigua Papías, obispo de Hierápolis, el cual es citado en la Historia Eclesiástica por Eusebio.
Fue martirizado por oponerse al matrimonio del rey Hirciaco con su sobrina Ifigenia, la cual se había convertido al cristianismo por la predicación del Apóstol. Fue muerto a filo de espada cuando estaba orando al pie del altar después de misa, lo cual le vale otro de los atributos de su iconografía: la espada, que a veces se cambia por alabarda o hacha.
En la oración postcomunión se hace referencia al «gozo salvífico que experimentó san Mateo cuando recibió en su casa como comensal al Salvador». Y en el himno de Laudes, «Præclara Qua», rezamos: «Oh Mateo, ¡qué riquezas tan grandes te prepara el Señor, que te llamó cuando estabas (…) apegado a las monedas! / A impulsos de tu amor ardiente te apresuras a recibir al Maestro (…)». San Mateo es patrono de los banqueros, y su fiesta se celebra el 21 de septiembre.