Los reliquias de Santa Mónica están desde el siglo XV en Roma, en la iglesia de San Trifón, por decisión del Papa Martino V 

La Iglesia Católica recuerda este 27 de agosto a Santa Mónica, de etnia bereber, nacida en el 331, en Tugaste, en el norte de África, en una familia acomodada y de firmes tradiciones cristianas.

Aprendió con empeño las enseñanzas de la Sagrada Escritura; forjó su interioridad con la oración, los sacramentos y el servicio en la comunidad eclesial.

Contrajo matrimonio con Patricio, pagano, hombre ambicioso, irascible, malgeniado e infiel. Mónica, dulce,  benévola y capaz de dialogar en los momentos oportunos, con su ‘método, hecho de espera, paciencia y oración’ – como sugiere a sus amigas que le confían problemas e incomprensiones con sus esposos – logró vencer las asperezas del carácter de su marido y conducirlo a la fe.

Los restos mortales de Santa Mónica se custodiaron durante siglos en Santa Aurea. Hoy se conserva solo una lápida, puesto que en el siglo XV el Papa Martino V quiso sus que sus reliquias estuvieran en Roma, en la iglesia de San Trifón – encomendada a los frailes agustinos – luego incorporada en la más grande Basílica de San Agustín. Y aquí se encuentran aún, colocadas en un sarcófago de mármol verde, en la capilla decorada por Pietro Gagliardi, con frescos, en el 1885.

Otros santos de esta fecha:

– Santa Antusa mártir
– San Cesáreo de Arlés
– San David Lewis
– San Gebhardo de Constancia
– San Guarino de Sión
– San Juan de Pavía
– San Licerio de Couserans
– San Narno de Bérgamo
– San Poemeno de Tebaida
– San Rufo de Capua