Se trata de dos hermanos gemelos que servían a la gente del pueblo como médicos y a cambio les pedían que les permitieran hablarles de Dios.
Cada 26 de septiembre se celebra a los mártires San Cosme y San Damián, dos hermanos gemelos que servían a la gente del pueblo como médicos y a cambio les pedían que les permitieran hablarles de Dios.
Según la tradición, Cosme y Damián nacieron en Arabia. Estudiaron ciencias en Siria y llegaron a destacarse como médicos. Nunca pidieron pago por sus servicios y por eso se les conoció en oriente como los santos “sin dinero”. Por su caridad y ejemplo de fe se ganaron el cariño y el respeto de todo el pueblo.
En ese entonces, se produjo una persecución y fueron los primeros en ser aprehendidos. Los sometieron a diversos tormentos y condenados a ser decapitados, posiblemente a inicios del S. IV.
Se dice que antes de su muerte se libraron de ser ahogados con pesadas piedras, de ser quemados en hogueras y de morir crucificados. En este último, mientras estaban clavados, la gente les tiró piedras y, sin tocar a los santos, rebotaron y golpearon a los que las habían lanzado.
Lo mismo sucedió con los que les dispararon flechas, las cuales retornaron e hicieron huir a los arqueros.
Se habla de maravillosas curaciones que obraron los mártires después de su partida a la Casa del Padre. Algunas veces se les aparecían en sueños a los que imploraban su ayuda con el fin de curarles inmediatamente.
San Cosme y San Damián también son patrones de los cirujanos, farmacéuticos, peluqueros, dentistas y trabajadores de los balnearios.