El santo rey de Hungría fue canonizado por el Papa San Gregorio VII en 1083 y su fiesta se celebra cada 16 de agosto.
San Esteban nació en lo que hoy es Hungría al finalizar el siglo X, siendo hijo del príncipe Géza y de la reina Sarolta. Cuando nació lo llamaron Vajk y al ser bautizado lo nombraron Esteban, esto se produjo después que la familia real húngara abrazara el cristianismo por supervivencia política.
Esteban, siendo joven, aprendió latín de manos de San Adalberto y recibió educación cristiana. Contrajo matrimonio con la Beata Gisela de Baviera, hermana del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, San Enrique II. A la muerte de su padre, le sucede en el trono y se convirtió en rey.
El pueblo estaba acostumbrado a adorar varios dioses, pero esto no lo desanimó en su trabajo de evangelización y fue obteniendo conversiones con la dedicación a su pueblo y el ejemplo de vida.
Esteban recurrió al Papa Silvestre II para que Occidente reconociera su reino y el Pontífice envió a San Anastasio, discípulo de San Adalberto, para que lo corone. Asimismo organizó la vida política y religiosa de la nación, construyó iglesias y monasterios.
Entre sus cercanos colaboradores estaban los monjes benedictinos, orden de la que procedían los primeros obispos del nuevo reino como San Anastasio, San Beszteréd, San Buldo, San Gerardo Sagredo, San Beneta, el Beato Sebastián de Esztergom, entre otros.
San Esteban con su hijo, San Emerico, defendió a su pueblo del ataque de las tropas de Conrado II, que buscaba someter al reino. Un año más tarde su hijo murió.
Con la ayuda de Dios logró que mucha se convirtiera. Partió a la Casa del Padre el 15 de agosto de 1038 y fue sepultado en la Basílica de Székesfehérvár, que él mismo había hecho construir y que llegó a ser una de las mayores basílicas de Europa.
El santo rey de Hungría fue canonizado por el Papa San Gregorio VII en 1083 y su fiesta se celebra cada 16 de agosto. San Esteban también es reconocido como santo por los ortodoxos.