María del Divino Corazón murió en Oporto el 8 de junio de 1899, después de haber sufrido una parálisis durante sus últimos tres años de vida.
María Anna Johanna Droste zu Vischering, beata María del Divino Corazón de Jesús, nació el 8 de septiembre de 1863, en Münster, Alemania, junto a su hermano mellizo Max, el día de la Fiesta de la Natividad de la Virgen María. Sus padres fueron el conde de Erbdrosten, Clemente Heidenreich Franz Droste zu Vischering, y la condesa de Galen, Helena von Galen, miembros de una familia católica perteneciente a la nobleza germana, que se distinguió por su fidelidad a la Iglesia durante la persecución del Kulturkampf (combate cultural), conflicto político-jurídico generado por el gobierno alemán contra la Iglesia católica y los católicos defensores de las libertades confesionales.
María fue bautizada inmediatamente después de nacer, porque se encontraba muy débil. De alguna manera, este hecho fue un anuncio de cierta precocidad espiritual. Su primera infancia la pasó en el Castillo de Darfeld, al lado de su familia. Ya en esos años mostraba una piedad especial al Sagrado Corazón de Jesús; piedad que crecería en la oración y la convencería, años después, de que la devoción al Corazón de Cristo siempre va unida a la devoción al Santísimo Sacramento: «Nunca pude separar la devoción al Corazón de Jesús de la devoción al Santísimo Sacramento, y nunca seré capaz de explicar cómo y cuánto el Sagrado Corazón de Jesús se dignó favorecerme en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía».
El 25 de abril de 1875 recibió, junto a su hermano mellizo Max, la Primera Comunión. María esperaba que Dios se manifestara: «Esperé en ese día la gracia de la vocación religiosa, pero fue en vano…». Y es que Dios tiene sus tiempos: el 8 de julio del mismo año, sólo después de haber hecho la Confirmación, María empezó a considerar una mayor entrega al Señor.
Sin duda, ella había iniciado ya un itinerario espiritual, que tuvo, en 1878, un momento determinante. Después de escuchar un sermón sobre el pasaje bíblico de San Lucas entorno al mandamiento: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» (Mc 12:30), María tuvo una inspiración: «En ese momento pensé: ¡Tengo que llegar a ser religiosa! Hubiera preferido que mis oídos no lo hubieran escuchado, pero es imposible resistirse a la voz de Dios».
En la primavera de 1879, durante su primera experiencia de vida religiosa, en el Internado de las Hermanas del Sagrado Corazón en Riedenburg, llegó a la siguiente conclusión: «[…] Empecé a entender que sin espíritu de sacrificio el amor al Corazón de Jesús es sólo una ilusión».
Ya con 20 años, en 1883, sor María relata que oyó en su interior la voz de Cristo que le dijo: «Tú serás la esposa de Mi Corazón». El 5 de agosto de ese mismo año, mientras celebraba las Bodas de Plata del matrimonio de sus padres, María expresó su deseo definitivo de convertirse en religiosa.
Años más tarde, en 1888, en una visita junto a su madre al Hospital de Darfeld, tuvo un primer contacto con las Hermanas del Buen Pastor y su carisma. El 21 de noviembre de ese año, ingresó al convento del Buen Pastor en Münster, respondiendo a una inspiración del Sagrado Corazón: «De repente, estando en la iglesia parroquial de Darfeld, preparándome para la confesión, mientras esperaba mi turno, me vino, como un relámpago, este pensamiento: “Debes entrar en el Buen Pastor”, y fue para mí tan claro y preciso que desde aquel momento no tuve ya ninguna duda». María decidió entonces entrar en el noviciado del Convento del Buen Pastor de Münster.
Después de haber recibido el hábito blanco de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, adoptó el nombre de María del Divino Corazón.
Sor María del Divino Corazón pasó sólo cinco años en Münster, pues la obediencia la llamó a una misión especial en Portugal, a donde fue enviada como asistente de la Madre Superiora del Convento del Buen Pastor, perteneciente a su congregación, en Lisboa. Hacia 1894, fue trasladada al Convento de las Hermanas del Buen Pastor de Oporto, para cumplir el cargo de Superiora.
Entre 1897 y 1898, la Madre María del Divino Corazón tuvo una serie de locuciones interiores que la impulsaron a escribirle al Papa León XIII para pedirle la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús. El Papa León XIII accedió a dicha petición.
María del Divino Corazón murió en Oporto el 8 de junio de 1899, después de haber sufrido una parálisis durante sus últimos tres años de vida.
Su cuerpo se encuentra incorrupto y actualmente está expuesto para la veneración pública en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Ermesinde, Portugal, cerca del Convento de las Hermanas del Buen Pastor de esa localidad. Algunas de sus reliquias pueden venerarse en el Convento de las Hermanas del Buen Pastor de Oporto y en la Capilla de los Confidentes de Jesús, en el Santuario Nacional de Cristo Rey en Almada, en Lisboa.
En 1964, la Madre María del Divino Corazón recibió oficialmente el título de Venerable por la Congregación para la Causa de los Santos.
El 1 de noviembre de 1975, Solemnidad de Todos los Santos, fue beatificada por el Papa Paulo VI, al cumplirse el tercer centenario de las revelaciones del Corazón de Jesús a santa Margarita María Alacoque, al lado de la cual ella se distingue como apóstol de la misericordia del Corazón de Cristo.