En 1530 el Papa Clemente VII concedió por vez primera a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.

El Santísimo Nombre de Jesús, invocado por los fieles desde los comienzos de la Iglesia, comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas en el siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús:
«Yahweh es salvación» con el monograma del Santo Nombre: IHS (abreviación del nombre de Jesús en Griego, ιησουσ, y añadiendo el nombre de Jesús al Ave María.

Como fiesta litúrgica fue introducida en el siglo XVI. En 1530 el Papa Clemente VII concedió por vez primera a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.

La palabra Jesus es la forma latina del griego Iesous, que a su vez es la transliteración del hebreo Jeshua, o Joshua, o también Jehoshua, que significa “Yahveh es salvación”.

Aunque el nombre en una forma u otra aparece frecuentemente en el Antiguo Testamento, no lo llevó ninguna persona destacada entre el tiempo de Josué, hijo de Nun, y Josué, sumo sacerdote en tiempos de Zorobabel.

También fue el nombre del autor del Eclesiástico, de uno de los antepasados de Cristo mencionados en la genealogía, que se halla en el Tercer Evangelio (Lc. 3,29), y uno de los compañeros de San Pablo (Col. 4,11).

Durante el período helénico, Jasón, nombre puramente griego y análogo de Jesús, parece haber sido adoptado por muchos (1 Mac. 8,17; 12,16; 14,22; 2 Mac. 1,7; 2,24; 4,7-26; 5,5-10; Hch. 17,5-9; Rom. 16,21).

El nombre griego está relacionado con el verbo iasthai, sanar; no sorprende, por lo tanto, que algunos de los Padres griegos hayan asociado la palabra Jesús con la misma raíz (Eusebio, «Dem. Ev.», IV; cf. Hch. 9,34; 10,38).

Si bien en el tiempo de Cristo el nombre Jesús parece haber sido bastante común (Josefo, «Ant.», XV, IX, 2; XVII, XIII, 1; XX, IX, 1; «Bel. Jud.», III, IX, 7; IV, III, 9; VI, v, 5; «Vit.», 22) le fue impuesto a Nuestro Señor por orden expresa de Dios (Lc. 1,31; Mt. 1,21), como señal de que el Niño estaba destinado a “salvar a su pueblo de sus pecados.”

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