La polarización que se está viviendo en México y que da como resultado este tipo de manifestaciones tan extremas, son una bomba de tiempo.
Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha despenalizado el aborto para abrir paso a que los Estados legislen para incluirlo en las leyes de sus Códigos, sólo cuatro estados de los 32 han legislado para aplicar la sentencia de la Corte Suprema. ¿Y por qué han tardado tanto? Porque el tema es controversial y divide en un país en el que, además, la mayoría tiene arraigada la religión católica. Así que se ha privilegiado medir los costos sociales y políticos más que los costos de aplicar la ley que se basa en los derechos humanos.
Por eso, no es gratuito que el Gobierno Federal no fije una postura respecto al aborto, el Presidente Andrés Manuel López Obrador tampoco se ha pronunciado en términos de hacer valer la ley o instado a los poderes estatales para que legislen respecto a ello. Se ha mantenido mesurado porque el costo político de un tema tan politizado puede llevar a consecuencias negativas.
En el estado de Puebla, ocurre lo mismo, la anterior LX Legislatura del Congreso del Estado, quedó a deber la aplicación y modificación de las leyes pese a que se supondría, en una bancada que fue mayoría del partido Morena, tendría que haberse discutido en el pleno por ser un instituto político que, en teoría, obedece a una corriente ideológica liberal y con ideas de preservar los derechos humanos en general y en particular de las mujeres.
Pero, ¿por qué no lo hicieron? Porque los costos políticos y sociales serían negativos en una sociedad como Puebla en la que hay una ideología conservadora arraigada en la mayoría de la ciudadanía.
El pasado 28 de octubre, que es el día de la acción global para el acceso al aborto legal y seguro, se dieron marchas de activistas feministas en todo el mundo, pero en México también se dieron manifestaciones convocadas por la iglesia católica y en la que participaron asociaciones civiles que tienen que ver con posturas pro vida.
La polarización que se está viviendo en México y que da como resultado este tipo de manifestaciones tan extremas, son una bomba de tiempo. Por un lado, la iglesia que, como representante de una religión, respetables el libre ejercicio del credo, pero la iglesia como poder, cada día se inmiscuye más en temas que tienen que ver con el estado que en sus Leyes es laico. Y por el otro, las manifestaciones que incluyen a grupos radicales feministas.
Se dejó hacer y correr manifestaciones ideológicas diversas, radicales y extremas. Por parte del Estado mexicano se ha permitido que este tema se convirtiera en una polarización de ideologías en lugar de tratar la despenalización del aborto, como un tema de salud pública, prevención de embarazos con educación sexual, y ciertamente el libre ejercicio de los derechos humanos.
El Estado debe velar y gobernar para todas y todos, sin embargo, como todo en este país en los últimos tiempos, se trata de posturas extremistas, ideológicas, religiosas y el papel del gobierno ha quedado rebasado por esto o quizá ha permitido premeditadamente quedar rebasado por ideologías extremas. En cualquiera de los casos, la polarización es un boomerang y bomba de tiempo.
Twitter: @AlesandraMartin