Por: Alesandra Martin

La polarización como estrategia es un arma de doble filo porque se incita a las masas a expresar emociones negativas como ira, enojo, rabia, y en las masas se da un anonimato que las hace extremadamente peligrosas.

Hace ya algún tiempo, quien suscribe, enfatizaba la falta de análisis en prospectiva de escenarios político-sociales respecto a la utilización de las narrativas políticas de polarización y esto decía: Cuando se realizan estrategias de narrativas políticas que generen polarización, hay que medir el alcance de las mismas para “controlar los daños”. Generar discursos de odio para enardecer a las masas con una emoción colectiva en común que es la ira, puede resultar contraproducente porque tiene un efecto de boomerang en el gobierno en turno.

Donald Trump parece entenderlo (por lo menos en las estrategias mediáticas) un hombre que se salva de la muerte por un atentado durante su más reciente campaña, un hombre que regresa a América su grandeza porque él regresó a la Presidencia, un hombre que hace ¡lo impensable!: poder ser aliado de Rusia (no es casualidad que uno de los primeros líderes mundiales en felicitarlo por su arribo fue Vladimir Putin) y deja “en ridículo” al Presidente de Ucrania, Zelensky “porque no quiere la paz mundial”.

Los giros de timón en su comunicación política, no desvanecen la esencia de un liderazgo autocrático. Pero tiene perfectamente claro, en este segundo mandato, que despertar a las masas no es tan fácil como parece, ni tan eficaz en un largo plazo porque es difícil contener a la colectividad cuando está enardecida. También tiene tan claro que el mundo, después de la pandemia, no sólo está polarizado; esta nueva era está micro segmentada, lo que hace aún más complejo poder comunicar.

Pero hay algo que sigue prevaleciendo ante esta polarización micro segmentada (si se me permite el término) lo que sigue presente en las masas es la impetuosa inmediatez de soluciones y las emociones negativas en la colectividad. El mundo está ávido respuestas prontas a sus exigencias.

De ahí que ahora mide bien sus estrategias en cuanto a polarización porque seguir incitando a la ciudadanía con narrativas políticas que aluden a emociones colectivas negativas; es un boomerang.

México, como todos los países de Latinoamérica, se decantan por liderazgos autocráticos, no importa la ideología derecha o izquierda –si es que ante la posmodernidad que vivimos existen ideologías- pero sí o sí el péndulo se mueve con una vorágine tal que no da tregua.

Despertar a las masas con discursos de odio fue fácil, lo difícil será contener el resultado de estos discursos que sembraron en la colectividad una emoción negativa de la ira. La siembra está dando la cosecha: Despertar a las masas polarizadas y micro segmentadas. El anonimato que genera por ejemplo una manifestación es un polvorín.

Puebla es hoy un claro ejemplo, manifestaciones en la BUAP, manifestaciones de policías municipales de la capital, cierre de vialidades por dos jovencitas que todo indicaba su desaparición forzada, manifestación de la sección 23 SNTE en Cholula.

Ninguna estrategia política, de gobernanza y mucho menos de comunicación parece tener claridad del terreno que pisan y más allá de todas las pifias es aún más preocupante que la democracia y el ejercicio del poder para beneficio a la ciudadanía se están pulverizando.

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