En México no hay un estimado preciso sobre cuántas personas trabajan como repartidores, ni por parte de estas empresas de tecnología o las autoridades mexicanas.
Una bicicleta con una mochila, ambas pintadas de blanco, cuelgan del poste ubicado en la esquina de Lago Hielmar y avenida Río San Joaquín de la colonia Granada en la Ciudad de México. Se trata de un “monumento” por la muerte de Ximena Callejas de 20 años, quien fue atropellada por un tráiler en mayo de este año mientras se trasladaba en bicicleta como parte de sus actividades de repartidora para la aplicación Rappi.
El deceso de Callejas no es un hecho aislado, los repartidores de comida y productos a domicilio para plataformas como Uber Eats, Rappi, Sin Delantal, Postmates y Cornershop han denunciado a través de redes sociales que los accidentes viales, asaltos y acoso sexual, forman parte de sus jornadas. Se trata pues, de una actividad de riesgo que llevan a cabo sin un contrato laboral, seguridad social o médica.
No hay un estimado preciso sobre cuántas personas trabajan como repartidores, ni por parte de estas empresas de tecnología o las autoridades mexicanas, pero el auge de este tipo de empleos es notorio en las principales ciudades del país, impulsado en gran medida por la caída del empleo formal y el encarecimiento de los salarios, coinciden expertos.
“Desde un principio ellos te dicen que no eres empleado, eres un socio, un prestador de servicios te lo dicen así en la capacitación. (Para integrarte) bajas la aplicación, llenas un formulario y tienes que ir a las oficinas en donde te dan una capacitación de 30 o 40 minutos, al final de la capacitación te dan un cuestionario y dependiendo de tus respuestas te quedas o no te quedas, ya si te quedas te dan tus tarjetas, te dan tu kit de repartidos y ya puedes empezar a repartir”, detalla Stephany Rojas, madre soltera de 35 años que tiene aproximadamente un año trabajando como distribuidora de esta plataforma.
Rojas es parte del movimiento “Ni un Repartidor Menos” que busca poner en el foco público la serie de riesgos a los que están expuestos los repartidores que trabajan con estás aplicaciones sin contar con algún respaldo jurídico, además de generar redes de apoyo para evitar ser víctimas de un percance.
“Este movimiento surge en noviembre de 2018, después de la muerte de José Manuel Matías que en su primer día trabajando en Uber Eats y falleció en eje 5 y Periférico, lo atropelló un camión de basura. A partir de ese momento nosotros empezamos a ver qué acciones podemos tomar, pero principalmente buscamos una regulación, sabemos que no podemos llegar y pedir todo el seguro y prestaciones de ley porque tal vez no puedan, quizá ver opciones, dialogar, que se sienten con nosotros o que les comenten a los repartidores qué opciones tenemos”, relata Saúl Gómez, uno de los integrantes más activos de esta red que desde su creación hasta la fecha ha registrado la muerte de seis personas en accidentes mientras llevan a cabo estas actividades.
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