43% de las empresas ya ofrecen a algunos de sus empleados la posibilidad de trabajar 4 días a la semana; y un 10% de las compañías lo ve posible para toda la plantilla.
¿Se acuerdan de aquellos años en los que salir el último de la oficina era motivo de elogio? Pues ahora (no se ofendan si alguno aún lo hace, seguro que no es por gusto) es de torpes. La tendencia empresarial pasa por fomentar la creencia de que la efectividad y los resultados no tienen tanto que ver con el presentismo y sí mucho con la flexibilidad. Lo importante es tener una cantidad de trabajo hecho, independientemente de si se hace desde casa, se comienza la jornada una hora antes para salir pronto o se opta por concentrar todo el trabajo del lunes al jueves para poder disfrutar de un súper fin de semana de tres días.
Amazon, Uniqlo, Yahoo…. Ellas lo han probado
Según un estudio de la Society for Human Resource Management, en Estados Unidos, un 43% de las empresas ya ofrecen a algunos de sus empleados la posibilidad de trabajar 4 días a la semana; y un 10% de las compañías lo ve posible para toda la plantilla. En 2016, Amazon lanzó un programa experimental con un grupo de empleados a los que les permitía trabajar de 10 de la mañana a 2 de la tarde, de lunes a jueves, distribuyéndose el resto de horas (hasta llegar a las 30 semanales) con libertad. A cambio de esta flexibilidad, eso sí, obtenían solo el 75% de su sueldo, pero conservaban el reparto de beneficios. Yahoo Japan y Uniqlo también han experimentado con ello, esta última con 10.000 trabajadores con jornadas de 10 horas al día de lunes a jueves (hay que mencionar que el 22% de los japoneses trabajan más de 49 horas a la semana, según una investigación realizada por The Guardian). Por su parte, Jason Fried, el cofundador de la compañía de software Basecamp, antes llamada 37signals, escribió su experiencia de éxito en The New York Times, señalando que desde que sus trabajadores se reparten confortablemente 32 horas en 4 días, su producción había mejorado.
Así las cosas, las compañías empiezan a comulgar con el esquema 4×3 (trabajar 4 días y descansar 3), pero dado que muchas lo sustentan en jornadas maratonianas (y no queremos ser japoneses) o rebajas de sueldo (en España, totalmente inviable, dada la precariedad de los salarios), los defensores del bienestar del empleado recomiendan una estrategia paralela: luchar por la flexibilidad.
Noelia de Lucas, directora comercial de Hays España, aclara: «A priori, lo de tener un fin de semana más largo es atractivo, pero antes de ‘volvernos locos con la idea’ hay que analizar varios aspectos. Por ejemplo, si este tipo de jornada va a facilitar la conciliación (no solo la familiar, sino también la de cualquier trabajador con su tiempo libre). Si adelantamos la hora de entrada y nos quedamos apenas sin descanso para comer con la intención de llegar antes a casa, puede más o menos ser llevadero, pero salir dos horas más tarde del trabajo todos los días, por mucho que el fin de semana sea más largo, es muy duro. La clave está en si tu empresa te permite o no ser flexible a la hora de distribuir esa jornada, porque simplemente alargarla puede ser estresante y complicado para la vida del trabajador”.
Lograrlo al menos un par de veces al mes podría ser la clave. Elisa Sánchez, psicóloga y coordinadora del grupo de salud laboral del Colegio de Psicólogos, considera el fin de semana festivo como un periodo demasiado corto: «Ese día extra es lo que nos va a permitir el descanso, porque al estar tan ocupados durante los días laborales muchas veces lo que hacemos en fin de semana es realizar las tareas domésticas, personales y familiares acumuladas, en lugar de desconectar”. Para que el reajuste tenga sentido, hay que tener en cuenta unos aspectos básicos, según matiza la psicóloga, como que sea una decisión del trabajador, dedicar el día extra a un reposo real, adaptar la medida de forma individualizada y combinarla con herramientas de teletrabajo.
El planeta se lo agradecerá
Desde el punto de vista medioambiental, una jornada que no se trabaja significa menos gasto de luz en las oficinas, de aire acondicionado, calefacción, electricidad de ordenadores y demás aparatos… Hace 13 años el estado estadounidense de Utah realizó un experimento eliminando los viernes y extendiendo las horas laborales de lunes a jueves, precisamente con el objetivo de saber cuánto se ahorrarían las arcas públicas (solo se realizó con funcionarios). Tras 10 meses, se estimó un ahorro de 1,8 millones de dólares en energía, además de 12.000 toneladas de CO2, gracias a ese día en el que los trabajadores no viajaron en sus coches porque se quedaron en casa. Aquel experimento finalmente quedó en nada, pero no ocurrió así en otros países como Reino Unido u Holanda, en los que los 4 días de trabajo y 3 de descanso están implantados en muchas empresas, ¡sin aumento de horas! O en Chile, que ha incluido en su reforma laboral la posibilidad de concentrar el trabajo semanal en 4 días, aunque nunca se podrán exceder las jornadas de 12 horas, con 60 minutos de descanso al pasar de las 10.
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