Las mujeres mexicanas que hacen jornada completa para el mercado, adicionalmente trabajan más de 30 horas en labores de la casa que no son remuneradas, informó el INEGI.
Barrer, limpiar los platos, preparar la comida, lavar y planchar son solo algunas de las actividades más comunes del hogar que se realizan sin recibir un peso a cambio.
A este tipo de trabajo se le conoce como “no remunerado” aún cuando sí genera valor.
El problema de la inequitativa distribución del trabajo no remunerado se ha ido agravando a pesar de la incorporación de las mujeres al mercado laboral.
De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) elaborada por el Inegi en 2019, las mujeres que trabajan una jornada completa para el mercado (40 horas o más) dedican adicionalmente 32.7 horas a la semana a labores domésticas, de cuidados y de apoyo a otro hogares, contra 14.8 horas de los hombres.
Asimismo, las brechas en el tiempo promedio a la semana de trabajo no remunerado se incrementan en 9 horas desfavorables a las mujeres que trabajan menos de 40 horas o que no realizan alguna actividad económica.
En la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares en México de 2021 se reportó un valor económico de las labores domésticas y de cuidados de 6.8 billones de pesos, lo que en su momento fue equivalente al 26.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Un porcentaje superior al de otras actividades económicas como el comercio, la industria manufacturera y servicios educativos, cuya aportación fue del 19.6, 18.1 y 3.6 por ciento, respectivamente.
Pero, ¿qué sector es el que se lleva la mayor carga de este tipo de trabajo por el que no se paga? Históricamente han sido las mujeres.
La mayoría lleva a cabo estas tareas en algún momento de sus vidas y son socializadas desde la infancia para que cumplan de manera eficiente con ello, tan solo basta con acercarse al pasillo de juguetes de los supermercados y ver como la sección de “niñas” está repleta de artefactos que refuerzan los roles de género establecidos.
Y es que en la sociedad patriarcal los labores domésticas constituyen, por excelencia, el “lugar natural” de las mujeres por su relación cercana con la reproducción biológica, explica un estudio del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Esta creencia ha cimentado la obligación de las mujeres de encargarse del desarrollo de las personas que habitan el hogar: de alimentar al esposo, de cuidar de los hijos y de los familiares enfermos, lo que a su vez resta tiempo para que puedan dedicarse a otras actividades.
La cuenta satélite elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2021, señala que las mujeres aportaron 2.6 veces más al trabajo no remunerado que los hombres. Esto se debe a que emplearon 2 mil 181 horas semanales en labores domésticas y cuidados, mientras ellos solo dedicaron 771.
De acuerdo con la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México, la contribución que realizó cada mujer mexicana de 12 años y más de manera cotidiana a través de estas labores equivale a 71 mil 524 pesos al año, que por supuesto no son pagados aún cuando aportan de manera esencial a la reproducción social y a la productividad de las personas, ¿cómo podría un niño cumplir con todas las actividades escolares de manera eficiente sin recibir las tres comidas al día proporcionadas generalmente por su madre?
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