En el municipio de Tehuacán reside un tesoro natural venerado por generaciones: un ahuehuete milenario, considerado el segundo más grande de México, que ha sido cuidado y respetado por los habitantes de San Lorenzo Teotipilco durante más de mil años.
Sin embargo, en los últimos meses, un cambio preocupante ha capturado la atención de la comunidad. El majestuoso árbol, que se alimenta directamente de un manantial, ha visto su ramaje transformarse en tonalidades inusuales, despertando temores sobre su salud y bienestar.
En respuesta a esta inquietud, los pobladores organizaron este domingo una ceremonia prehispánica, una antigua tradición que busca establecer un vínculo con la naturaleza y los elementos.
Con cubetas de agua en mano, los habitantes de Tehuacán se congregaron para rendir homenaje a la diosa del agua, Chalchiuhtlicue, ofreciendo semillas, flores y frutos como símbolo de gratitud y súplica.
La ceremonia, marcada por cánticos ancestrales y danzas tradicionales, buscó invocar la benevolencia de los dioses para que el agua vuelva a fluir abundantemente hacia el ahuehuete milenario, garantizando su vitalidad y perpetuando su legado para las generaciones venideras.
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