Una de las cosas que más se ha echado de menos en las ciudades durante las semanas de confinamiento ha sido, precisamente, la naturaleza.
Joaquín Araújo lleva desde los años 70 viviendo en la comarca de las Villuercas (Cáceres), donde practica la agricultura y ganadería ecológica y planta miles de árboles. Hemos hablado con él con motivo del lanzamiento de su nuevo libro, y además nos ha contado cómo ha vivido estos meses de confinamiento.
“He sido bosque, huerta, manantial… he vivido una primavera sosegada y verde, repleta de acontecimientos naturales. Ese es el privilegio de no tenerle miedo a la soledad y al silencio. He sido más libre durante estos cien días que durante cualquier otro momento de mi vida”. Y es que, como reconoce el naturalista en su último libro, “no vivo en otro planeta aunque tal parece cuando eliges serenidad y silencio en lugar de amontonamiento y ruido. La cuestión es que no solo me ampara un considerable número de árboles sino también la soledad”.
Necesitamos ciudades más verdes
Una de las cosas que más se ha echado de menos en las ciudades durante las semanas de confinamiento ha sido, precisamente, la naturaleza. “Hay un clamor social, tenemos ese impulso instintivo y hemos echado de menos el verde. Pero es que, además, los bosques son vacuna para la contaminación, para el cambio climático, para el desierto del asfalto… la ciudad necesita muchísimos más árboles. Hay que vestir todas las paredes y tejados de las ciudades de verde”.
Joaquín Araújo también se ha referido a la crisis climática, un problema acuciante que ha quedado aparcado: “En los meses anteriores a la pandemia se había incrementado mucho el ritmo de los debates e informaciones con referencia al cambio climático. Llevo más de 50 años dedicado a la defensa de la naturaleza y jamás había contemplado un interés tan grande. Sobre todo a partir de la COP25 estábamos todos los días hablando del clima y proponiendo cosas. Eso ha quedado sepultado por una catástrofe más inmediata, que necesitaba una atención rápida, pero no se puede perder de vista la urgencia del cambio climático”.
“Al final, 100 días sin contaminar no equilibran 150 años contaminando. La siguiente amenaza de colapso es la crisis climática, y es una amenaza de colapso del sistema vital. El cambio climático no se ha ido, igual que no se ha ido el virus”.
El árbol y el bosque, la mejor compañía
El último libro de Joaquín Araújo es un nuevo homenaje a los árboles y también el resultado de toda una vida compartida con ellos. “Son unos incansables trabajadores gratuitos que consiguen las principales fuentes para la vida y su continuidad. Son solidarios, son bellos, son constructores y además no tienen opinión de ti, no te critican ni te alaban. Se vive muy bien entre árboles”, reflexiona el divulgador.
“Todos procedemos de un proceso evolutivo que se desarrolló durante más de seis millones de años en el seno de los bosques tropicales ecuatoriales. Toda la estirpe de los grandes simios evolucionó durante mucho más tiempo dentro de la arboleda que fuera. Nuestros tatarabuelos genéticos eran todos emboscados. Y el actual mundo del amontonamiento urbano está en esas antípodas”.
“Yo soy un emboscado: vivo en el bosque y tiendo emboscadas a los enemigos ideológicos del bosque. A los que hacen panegíricos de que hay que vivir lejos de las fuentes naturales de salud”.
Félix Rodríguez de la Fuente, un homenaje que pasó desapercibido
El estallido de la crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19 en España coincidió con una fecha en la que se cumplían 40 años del trágico accidente en el que falleció Félix Rodríguez de la Fuente, de quién Araújo fue colaborador durante varios años. Además, fue el encargado de terminar algunas de sus obras tras la muerte repentina del quien es el divulgador de referencia en nuestro país “Félix era el ídolo, la referencia máxima, por eso imagina cómo me sentí cuando era tan joven y me llamaron para trabajar con él. Profesionalmente es imposible que te pase algo mejor. Me costó cuatro años terminar todas las películas, libros y enciclopedias que Félix había dejado sin terminar… fue como hacer varias carreras, tuve que estudiar y aprender muchísimo, pero me considero un afortunado”.
Elijo ser árbol (fragmento de ‘los árboles te enseñarán a ver el bosque’)
“Todos amamos nuestra propia existencia pero muy pocos al conjunto de la Vida. La mayoría de los nuestros dejan que la indiferencia conquiste cada día más su emoción y sus conductas. Algo que pasa fundamentalmente por no quererse completos y nadie lo está si ha excluido a la Natura, esa otra mitad de todos a la que conviene amar como a uno mismo. No la aman porque desconocen que es lo que les consiente y mantiene. No la aman porque su sentido de la Belleza está suficientemente ahogado por los hiperactivos estímulos de lo amontonado, cómodo, veloz y artificialmente iluminado. Pero no nos rendimos, ni cuando por completo derrotados, dejamos de rebelarnos contra la torpeza de esta civilización que ha conseguido, sobre todo, que todo esté más muerto».