¿Podrían existir estadios al aire libre que mantengan a los atletas y espectadores cómodos a temperatura ambiente, sin importar el calor del día?
Manejó su Porshe con aire acondicionado y se detuvo en un lugar sombreado en la Universidad de Catar. Luego ingresó a uno de los muchos laboratorios en el departamento de ingeniería donde estudia la dinámica térmica, en especial se centra en cómo mantener a las personas cómodas en un mundo que se calienta cada vez más.
Hasta su cargo es interesante: profesor y catedrático de aire acondicionado.
El campus de la universidad estaba vacío porque se había suspendido el semestre por la Copa del Mundo. La temperatura exterior era de unos 32 grados Celsius. Los laboratorios estaban notablemente fríos.
Este fue el epicentro silencioso de lo que se convirtió en una audaz historia global. Aquí es donde Ghani y sus asociados supervisaron el diseño de los sistemas que se atrevieron a climatizar los ocho estadios al aire libre de la Copa del Mundo en Doha y sus alrededores, una de las ciudades más calurosas del mundo.
“La gente piensa: ‘Oh, tienes demasiado dinero y solo estás bombeando aire frío’”, dijo Ghani. “Pero no se trata de eso, en lo absoluto. Sin embargo, ¿qué puedes hacer? Si la gente quiere criticar desde afuera, creo que es un inútil. Pero, si quieren aprender, son totalmente bienvenidos”.
Así que Ghani inició un recorrido privado.
Quería mostrar las réplicas a escala de cada estadio, la mayoría de ellas modificadas durante las etapas de diseño —a instancias de Ghani y para disgusto de los arquitectos— para controlar mejor el aire caliente. Quería mostrar el túnel de viento del tamaño de un garaje y el humo y las luces láser utilizadas para examinar cómo circula el aire a través de cada diseño. Quería mostrar el modelo en miniatura de las gradas, con pequeños figurines de humanos hechos en una impresora 3D e inyectados constantemente con agua tibia, a 37 grados Celsius, para simular la temperatura corporal, un sistema diseñado para que las cámaras infrarrojas muestren cuáles figuras experimentaban mucho calor o mucho frío.
“Quiero que la gente se sienta neutral”, dijo Ghani. “No quiero que sientan frío. No quiero que sientan calor. Se trata de la percepción. No es solo la temperatura. Sino, ¿cómo se sienten?”, explica.
Esta búsqueda planteó muchas preguntas importantes, como estas:
¿Este hombre, en estos laboratorios y en esta Copa del Mundo, alteró el futuro del diseño de estadios en un mundo que lidia con el calentamiento global?
¿Podrían existir estadios al aire libre que mantengan a los atletas y espectadores cómodos a temperatura ambiente, sin importar el calor del día?
Ghani se encogió de hombros ante la primera pregunta. Pero respondió afirmativamente a la segunda.