Modelos preliminares de computadora “indican un año de gran tamaño o muy gran tamaño” de la zona donde hay muy poco oxígeno como para mantener a la vida marina.
Las extensas inundaciones en el año han aumentado las probabilidades de que en los próximos meses se forme una “zona muerta” de gran tamaño y sin oxígeno en el Golfo de México, así lo informó el director de los Centros Nacionales de Ciencias Costeras y Oceánicas.
Modelos preliminares de computadora “indican un año de gran tamaño o muy gran tamaño” de la zona donde hay muy poco oxígeno como para mantener a la vida marina, comentó Steven Thur a la Fuerza Especial para la Hipoxia en el Golfo de México y el río Mississippi durante una reunión transmitida en vivo desde Baton Rouge, Luisiana. La agencia de Thur forma parte de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.
La fuerza especial coordina las labores para reducir la cantidad de nitrógeno y fósforo que fluyen hacia el golfo. Los nutrientes alimentan a las algas y al plancton, que mueren y caen al fondo del océano. Su descomposición consume oxígeno de abajo hacia arriba, lo que genera bajos niveles de oxígeno, situación conocida como hipoxia. Los peces y camarones pueden alejarse de esa área, pero las estrellas de mar y otros habitantes del fondo mueren.
Un pronóstico detallado de la segunda zona muerta causada por el ser humano más grande del mundo suele publicarse en junio.
Las inundaciones de los primeros meses del año probablemente signifiquen que cantidades considerables de fertilizantes ampliamente utilizados se han abierto camino desde las tierras de cultivo hasta las vías fluviales en los 31 estados que alimentan al río Mississippi. Las plantas de tratamiento de agua, el estiércol y otras fuentes también contribuyen a la carga de nutrientes del río desde el 41% del territorio estadounidense.
La zona muerta del año pasado cubría aproximadamente 7.040 kilómetros cuadrados (2.720 millas cuadradas), un 40% del tamaño que se había previsto, y fue una de las más pequeñas que se han registrado desde que la investigadora Nancy Rabalais, del estado de Luisiana, comenzó a localizarlas en 1985.
Fue más pequeña de lo habitual solamente debido a que los vientos agitaron el golfo justo antes de la expedición anual de cartografía, mezclando oxígeno con el agua, comentó Thur.