“Una empresa de esta magnitud, en Alemania, no podría operar como lo hace aquí en México,” aseguró Peter Clausing.
“Una empresa de esta magnitud, en Alemania, no podría operar como lo hace aquí en México,” aseguró Peter Clausing, de la organización “México vía Berlín”. Frente a la Puerta 2 de la planta de Volkswagen, en Cuautlancingo, el toxicólogo dijo sentirse avergonzado de estar parado frente a una empresa alemana que, valiéndose de las laxas normativas nacionales, provoca “tanta destrucción ambiental”.
Peter forma parte de la Caravana ToxiTour México. A la par que se desarrolla en Madrid, España, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), el especialista recorre las zonas más contaminadas del país, incluyendo el estado de Puebla, donde visitaron la comunidad de Santa María Zacatepec, el municipio de Juan C Bonilla y la Presa de Valsequillo.
Alrededor de 36 personas, entre investigadores y activistas mexicanos, eurodiputados, ambientalistas, observadores y científicos extranjeros, del 2 al 11 de diciembre documentarán el impacto ambiental de las empresas multinacionales instaladas en México. Su compromiso con las comunidades y las organizaciones sociales que los acompañan, es llevar estos casos ante sus parlamentos y ante las propias matrices de empresas como Volkswagen y la francesa Veolia.
María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada de “Unidas Podemos”, aseguró que en su recorrido por Jalisco, Guanajuato, Hidalgo y Estado de México han sido testigos de los daños. “Hemos sido testigos del expolio y la devastación: ríos y valles contaminados, cementeras, termoeléctricas, refinerías y empresas extranjeras que funcionan aquí sin los límites que tienen en Europa,” dijo la legisladora.
Andrés Barreda, coordinador del “Proyecto Nacional Estratégico Agentes Tóxicos y Devastación Ambiental” del Conacyt, advirtió sobre el uso indiscriminado de la armadora alemana en la región, asegurando que ésta no reporta la cantidad de agua que utiliza para su funcionamiento diario: “no hay datos reales, es algo que hay que establecer. ¿Cuál es la huella de agua que deja la producción de cada automóvil?”, comentó.
A decir del profesor-investigador de la UNAM, la huella de agua —cuánta agua se requiere para producir un vehículo ligero— podría significar entre 300 mil y un millón de litros por unidad que sale de las líneas de producción: “no está claro; lo que sí está claro es que los acuíferos se están secando. La región hídrica más rica del valle de Puebla se está perdiendo, se está acabando”.