El estudio proporciona una nueva perspectiva sobre cómo el clima es un factor que contribuye al conflicto.
El cambio climático tendría efectos imprevistos sobre la inestabilidad regional y los conflictos violentos, según un nuevo estudio de la Universidad de Notre Dame.
Estudios previos han relacionado la sequía con casos de conflicto intenso. A medida que se espera que el cambio climático traiga condiciones más cálidas y secas a ciertas regiones del mundo, se espera que el conflicto también aumente, pero esta idea precisa matizarse, según el estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.
Michèle Müller-Itten, autora principal, indica que la conexión no es tan simple y, para poder hacer predicciones válidas para un momento y un lugar específicos, es necesario saber cómo cambiarán las condiciones para los cultivos, así como entender las oscilaciones de los ingresos.
Los autores utilizaron un modelo teórico del efecto de la variabilidad en las precipitaciones sobre dos grupos de agricultores, y cómo sopesarían el costo de oportunidad de una producción menor en comparación con el posible saqueo, en caso de conflicto.
El equipo interdisciplinar conectó modelos de precipitaciones, producción agrícola y conflicto para estudiar las consecuencias de un cambio realista en los recursos hídricos. Por ejemplo, el cambio climático llevaría a la pérdida de cosechas, con una menor producción; por otra parte, disminuiría la rentabilidad de las tierras cultivables a largo plazo, lo que haría menos atractivo disputarse los recursos, sin que queda claro qué efecto sería el dominante.
“Muchas personas piensan que los impactos del cambio climático automáticamente significan condiciones más duras y, por lo tanto, más conflictos”, dijo Diogo Bolster, coautor del estudio, profesor y presidente colegiado de Frank M. Freimann en hidrología, y director asociado de la Iniciativa de Cambio Ambiental de Notre Dame.
“Sin embargo, si el cambio climático también significa menos recursos en general, y esos recursos son el incentivo para luchar, el conflicto puede no valer la pena”, consideró Bolster.
El estudio proporciona una nueva perspectiva sobre cómo el clima es un factor que contribuye al conflicto, y destaca cómo las expectativas y la adaptación pueden cambiar los resultados pronosticados.
“Existen otros mecanismos que podrían explicar la correlación pasada entre la disponibilidad de agua y el conflicto; para los líderes mundiales, no es suficiente saber que el agua y el conflicto están relacionados”, dijo Müller-Itten, “para un diseño efectivo de políticas, necesitan comprender el vínculo, y nuestras predicciones ofrecen una forma de aclarar las posibles explicaciones”.
Los coautores del estudio incluyen a Kevin R. Roche y Marc F. Muller, ambos en la Universidad de Notre Dame, en Indiana, y David N. Dralle, en la Universidad Estatal de California, en Sacramento. El estudio fue financiado por la Fundación Nacional de Ciencia.