A su juicio, este movimiento que vende felicidad y genera optimismo “no tiene nada de inocente” y sí “tiene riesgos sobre nuestra salud física y psicológica”.
Son pocas las personas a las que no les han regalado una taza de desayuno con un eslogan simpático y animoso para empezar bien el día. Incluso hay aplicaciones que dicen medir tu grado de felicidad, o multiplicidad de libros de autoayuda que prometen un bienestar emocional.
¿De verdad que esto ayuda? Según alerta el estudiante de Psicología Rafael Pardo (Pamplona, 1977), desde hace algunos años numerosos psicólogos alertan sobre los peligros del ‘Pensamiento Positivo’, un movimiento ideológico nacido hace 20 años en Estados Unidos con la idea de promover la felicidad para las personas como si fuera una ciencia.
“Para el gran público, la acción del pensamiento positivo se traduce en tazás de café con eslóganes simpáticos, libros de autoayuda que prometen felicidad por el simple hecho de generar pensamientos optimistas, emoticonos felices omnipresentes en las redes sociales, abundancia de coach y de motivadores profesionales”, según aclara en una entrevista con Infosalus, con motivo de la publicación de ‘Felicidad.
El lado oscuro del Pensamiento Positivo’ (Desclée de Brouwer), un manual en el que alerta sobre esta corriente de pensamiento. A su juicio, este movimiento que vende felicidad y genera optimismo “no tiene nada de inocente” y sí “tiene riesgos sobre nuestra salud física y psicológica”.
Es más, dice que así lo denunció en 2009 la bióloga y periodista Barbara Ehrenreich en ‘Sonríe o muere’, tras ser diagnosticada de cáncer de mama y a la hora de bucear sobre grupos de apoyo en redes sociales comprobó que no había espacio en ellos para expresar los sentimientos de tristeza, ira o depresión, cuando estos son completamente lícitos.
Según cuenta el también sacerdote Rafael Pardo, esta bióloga y periodista investigó entonces el origen de este “pensamiento mágico” que hay detrás de los libros de autoayuda que prometen perder peso o encontrar pareja sólo teniendo pensamientos positivos, “y descubrió las raíces en grupos y sectas religiosas del siglo XIX, en el negocio de la motivación en el mundo empresarial a comienzos del siglo XX, y finalmente en la Psicología Positiva promovida por Seligman desde 1997”.
En concreto, explica que la Psicología Positiva estudia lo que es una vida digna, cómo el hombre posee fortalezas en su interior que deben florecer, y cómo gracias al pensamiento positivo y a la autoconfianza se puede llegar a un nivel óptimo y encarar situaciones adversas. “Es peligrosa porque te ponen como objetivo medible algo que existe pero es de cada uno la felicidad. La felicidad varía además según la cultura.
No es igual en la cultura oriental, o en la americana basada en el individualismo. Además, la felicidad cambia según la persona”, mantiene Pardo. Es más, insiste en que esta corriente ofrece unas metas no alcanzables y lo hacen con engaño. “Es vender felicidad para manipularte emociones.
Abusan de correlaciones, de supuesta cientificidad, llaman emociones negativas y positivas cuando no las hay en la naturaleza y sí hay emociones básicas (ira, tristeza, alegría)”, detalla el también licenciado en Historia y doctor en Teología. Por eso Pardo insiste: “Esto de que tu con cuatro pensamientos positivos cambias tu vida, o gracias a un libro de autoayuda, es lo mismo que aprender alemán en 7 días o las dietas milagro, no funcionan”.
De hecho, llama la atención sobre el hecho de que hay personas que padecen trastornos psicopatológicos que han heredado, y no por pensar así, siempre en positivo, van a mejorar, igual que sucede con el cáncer, por ejemplo.
EL PAPEL DE EDUCAR EN LAS EMOCIONES
Con todo ello, Pardo subraya que como medida preventiva siempre es conveniente educar en las emociones, e intentar practicar la resiliencia en la vida. “Siempre es mejor levantarse con buenos pensamientos que con malos. Nadie niega el valor de las terapias de relajación o el mindfulness.
En cambio, el fallo está cuando esto se vende como el mejor crecepelos”, alerta. Aquí recuerda también que todo el mundo no tiene el mismo concepto de felicidad, y no para todos lo es el estar casado, con un buen sueldo. “En la vida tenemos cosas malas con las que hay que vivir. Hay que aprender a vivir con ello, y por otro lado, es necesario que te dejen expresarte, si te sientes mal decirlo, porque igual no puedes hacerlo de otra manera. Si he tenido un fracaso económico, o mi jefe me hace mobbing por supuesto me siento triste y no debo negarlo”, agrega. Además, hace hincapié en que todos debemos creer en nuestros sueños, pero también incide en que debemos reflexionar sobre si estos son posibles o en cambio nos van a llevar a la frustración y a la ira.
Por otro lado, Rafael Pardo señala que no todas las cosas en la vida es herencia de nuestros padres. “Ya no funciona tan fácil el truco de que con cro pensamientos positivos te va a ir bien todo porque tengamos una carga genética muy fuerte.
Es imposible que el pensamiento positivo haga bajar tu cortisol, al revés, éste hará desarrollar más pensamientos negativos”, sentencia.