El daño de una huelga prolongada sería devastador para Puebla, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) se estima que depende en 30 por ciento de la planta
La negativa de un grupo específico del Sindicato Independiente de la Industria Automotriz de Volkswagen (SITIAVW), desinformado, irresponsable y contaminado por agentes externos, a aceptar el incremento de 11 por ciento -nueve directo al salario y dos en prestaciones– no solamente pone en riesgo a la planta poblana y a la economía entera del estado, sino que tendrá efectos perniciosos para la relación de la empresa alemana con sus trabajadores en sus 122 fábricas en todo el mundo.
Inexplicablemente y con una mano negra de intereses políticos, que se asoma, una mayoría artificial del Sindicato ha rechazado en dos ocasiones ese incremento, que es el más importante de la industria y que, además, es más de 3 por ciento superior al que VW dio a los empleados de sus 63 factorías europeas.
A unos días del estallamiento de la huelga -emplazado para las 11 horas del 14 de septiembre, tras una segunda prórroga acordada por las partes-, los jaloneos y las sinrazones han desplazado a los argumentos y la negociación reflexiva, entre el Sindicato y los directivos de la planta alemana en Puebla.
Del padrón de 6 mil 867 afiliados al SITIAVW, apenas un poco más de la mitad, 3 mil 450, votaron en segunda ronda en contra el incremento, a pesar de que es superior al que la empresa ha otorgado por todo el mundo, pero especialmente en Europa.
El daño de una huelga prolongada sería devastador para Puebla, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) se estima que depende en 30 por ciento de la planta, además de que otras 106 empresas están económicamente supeditadas a esta empresa, como proveedoras.
Con este daño directo e inmediato, llegarían luego otros. El efecto de la huida o la imposibilidad de que llegaran más capitales a Puebla, por este antecedente, es altísimo.
Más allá del deseo o la capacidad de Volkswagen Puebla para incrementar 14 por ciento a sus trabajadores, como se ha empeñado en exigir ese grupo influenciado incluso por diputados perniciosos de Morena, está la sustentabilidad del resto de sus plantas en el mundo, pero de manera inmediata en Europa.
En las negociaciones contractuales más recientes, la empresa otorgó poco más de 8 por ciento de incremento, directo y en prestaciones, a sus empleados europeos.
En México, en Puebla, el incremento es de 11 por ciento, superior en tres por ciento a las plantas del otro lado del Océano Atlántico.
Si el rechazo y la huelga progresan y se prolongan, hay un claro riesgo de que los sindicatos europeos también entren en conflicto.
Eso ocasionará que la empresa no tenga capacidad de pago, a esos niveles de incremento global.
Las inversiones, las expansiones, los proyectos se detendrían.
Lo que pasa en Puebla con su sindicato, con ese grupo radical, influenciado por perversas manos ajenas a la genuina lucha laboral y con intereses políticos, tiene en vilo a Europa y luego a todas las 122 plantas en el mundo.
Es algo muy grave.