Sin duda, el más famoso de los inquilinos fue Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, El Chapo, el más célebre de los narcos de las últimas décadas.
Este jueves fue la primera noche que el otrora poderoso ex candidato al gobierno de Puebla por el PRI, Javier López Zavala, durmió en el mismo lugar que el narcotraficante Rafael Caro Quintero, en el Centro de Readaptación Social Número 1, El Altiplano, en Almoloya, Estado de México.
En esa misma prisión de alta seguridad, que antes tuvo el nombre de la localidad, Almoloya, pero se cambió por las protestas que, con toda razón, elevaron sus habitantes, han sido huéspedes en distintos tiempos Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente Carlos; Alfredo Ríos Galeana, el enemigo público número uno en México, en los años 80, y el último legendario ladrón de bancos; o el narcotraficante méxico-americano Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, uno de los capos más sanguinarios y crueles de la guerra de los cárteles, que se desató en el calderonismo.
Sin duda, el más famoso de los inquilinos fue Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, El Chapo, el más célebre de los narcos de las últimas décadas, quien se fugó de ahí 11 de julio de 2015, para luego ser recapturado en dos ocasiones más.
De ese tamaño son los delincuentes que llegan a El Altiplano y que han pasado por ahí.
El chiapaneco Javier López Zavala, presunto asesino intelectual de su ex pareja, Cecilia Monzón Pérez, está ahora ahí y levanta muchas preguntas.
¿Es el ex secretario de Gobernación de Mario Plutarco Marín Torres un criminal de esos calibres?
Aparentemente los estudios sobre sus condiciones psicométricas lo estarían, al menos, justificando.
Pero su traslado a ese penal, uno también de los que mejores certificaciones nacionales e internacionales tiene, pero también uno de los más rudos del país, debe leerse con más habilidad y cultura política.
Se encontrará su plena justificación en la diplomacia y en la búsqueda de la justicia que esta representa, cuando se contemplan intereses bilaterales.
La poblana Cecilia Monzón también era ciudadana española. Su hermana Helena, quien lideró el contexto de la exigencia de justicia para su caso y que, también como abogada, hizo pronunciamientos y reconoció el trabajo de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla y el esclarecimiento expedito del caso, también lo es.
La Embajada de España en México estuvo siempre al pendiente del caso.
Funcionarios de ésa, la máxima representación legal del Reino de España en los Estados Unidos Mexicanos, se reunieron con el fiscal poblano Gilberto Higuera Bernal. Él dio seguimiento puntual e informó, en la medida de las posibilidades legales del caso, los avances.
La relación institucional bilateral fue impecable, en todos los sentidos.
El Reino de España puede hoy decir que protege a sus ciudadanos en el exterior y puede también comprobarlo con este caso lamentable, estruendoso y que ha estremecido a todos.
La diplomacia mexicana, también en el orden institucional y cumpliendo las normas, junto con la FGE poblana, también pueden sentirse satisfechas de esa colaboración y trabajo.
El asesinato de Cecilia, al lado de la tragedia humana, personal y social que representó, fue también siempre un tema bilateral, por ser una ciudadana española.
Todos esos argumentos se ponderaron en los días pasados y se concretaron este mismo jueves a las 01:00 horas de la madrugada, cuando las autoridades del Gobierno de México anunciaron a las estatales de Puebla el traslado de López Zavala al penal de máxima seguridad.
Es un mensaje con muchos sentidos, en el que la esencia diplomática, bilateral y de justicia, están en primer plano.