La salud del médico egresado de la BUAP, quien recién en enero pasado cumplió 50 años, no solamente es física, sino también política.
Desde hace muchos meses, por su labor al frente de la Secretaría de Salud del gobierno del estado de Puebla, por la habilidad con que ha encabezado las acciones de esa dependencia en el contexto de la pandemia y por sus características personales, de empatía y amabilidad, el doctor José Antonio Martínez García ha llamado la atención de muchos ojos y ha generado en torno suyo simpatías, sobre todo algunas muy adecuadas.
El doctor, quien en las conferencias diarias matutinas del gobernador Miguel Barbosa Huerta, ha logrado una exposición mediática sobresaliente, mucho más que algunos y algunas de sus compañeros de gabinete, es una ficha que no debe descartarse.
La salud del médico egresado de la BUAP, quien recién en enero pasado cumplió 50 años, no solamente es física, sino también política.
El conocimiento que tiene entre todos los poblanos, beneficiado por la naturaleza de su trabajo como secretario de Salud, es también una fortaleza que hoy tiene, a pesar de que no la ha buscado.
Diariamente, muy a su estilo, responde en la mañana las preguntas de los reporteros -a quienes se refiere con calidez y por su nombre- en torno a la pandemia, la mayoría de las ocasiones tiene casi de memoria datos y números, y además se da tiempo para organizar saludos a distancia, cuando en los martes ciudadanos debe viajar a algún municipio.
Echa relajo y hasta cae bien, sobre todo ante los ojos adecuados.
Pero la actitud desenfadada y bondadosa del doctor José Antonio Martínez García no es lo único que ha llamado la atención, sino también su eficiencia y su lealtad.
Pocos lo ven o lo podrían asumir como un activo político de la Cuarta Transformación (4T) poblana, pero precisamente lo es, porque no lo anda buscando, porque no ha intentado usar su cargo como trampolín político.
Es más, pareciera que ni siquiera él ha notado, todavía, su potencial, ahora que son los tiempos de destapes, los que inauguró y que ha establecido, en los tiempos y en las formas, el gobernador Miguel Barbosa.
¿Alguien podría decir con certeza que el doctor Martínez, quien por cierto se ha metido personalmente a la campaña de vacunación, aplicando él mismo el biológico, podría ser un aspirante serio a la gubernatura? Seguramente muchos lo podrían ver así.
Si alguien lo analiza en su justa dimensión mediática y de buena imagen (los positivos, según el lenguaje de los encuestadores), también encontrará cualidades que pueden encajar en las características que requiere un buen candidato.
De esos que hay pocos.