Inmensa y contundente fue la victoria que obtuvo Claudia Sheinbaum Pardo como presidenta del país. Se trata de la primera mujer que asumirá el máximo cargo del Estado, no solo en México, sino en toda Norteamérica, lo que la ubica en la mirada internacional.
En un país con cifras alarmantes de feminicidios, de desaparecidos y de violencia de género, donde la cultura machista sigue colocando a las mujeres debajo de los hombres, donde aún se criminaliza el aborto y donde las mujeres se sienten inseguras al salir a la calle, la victoria de Sheinbaum, más allá de posiciones feministas, es un parteaguas en la lucha por la representación femenina en la política.
Se calcula que 62.3% del electorado mexicano acudió a emitir su voto en la jornada electoral de 2018, cuando se eligió a Andrés Manuel López Obrador. Estudios muestrales de ese año identificaron que las mujeres votaron más que los hombres, 66.2% contra 58.1%, una diferencia de ocho puntos porcentuales.
Si en la elección presidencial de este 2024 persistió la misma lógica numérica, y las mujeres votaron más que los hombres, el compromiso que tiene Sheinbaum Pardo con las féminas del país es mucho mayor, porque implica que las mujeres confiaron en que otra mujer puede gobernar mejor que un hombre, lo que se traduce en un cambio del paradigma patriarcal.
Hasta hace poco tiempo, la idea de que las mujeres podían dirigir un país parecía un tanto absurda, más cerca de la ciencia ficción que un tema para discutir seriamente.
Pero eso era antes. En décadas recientes, el pensamiento de muchos cambió, pero no significa que en todos los rincones del mundo se reciba con agrado el salto de las mujeres de lo tradicional y privado a lo actual y lo público.
Este salto se ha dado en México con el triunfo de una mujer como presidenta, que será superpoderosa debido a que es la candidata que más votos ha logrado en la historia democrática de México: hasta 35 millones de votos. AMLO, en 2018, obtuvo poco más de 30 millones.
La diferencia de más de 30% con que ganó Sheinbaum a la segunda de la contienda, Xóchitl Gálvez, es además inusual no solo en México sino en cualquier país.
A la nueva heroína, los superpoderes le llegarán de la Cámara de Diputados, pues para transformar un país, hay que modificar la Constitución. Muchas de las reformas que AMLO propuso se truncaron en el Congreso y en los juzgados. Las reformas judiciales, pensional y energética quedaron en papel. Ahora, al parecer, Sheinbaum sí va a poder concretarlas.
La superpoderosa Claudia Sheinbaum tendrá toda clase de herramientas y de aliados, pues el país se pintó de guinda para que ella pueda luchar contra los enemigos de México: la pobreza, la violencia y la corrupción. Pero también será una prueba para la democracia mexicana y para las mujeres.
La Patria, convertida en Matria ahora, será guiada por una mujer quien tendrá que demostrar que las mujeres sí saben gobernar, que las mujeres no pactan con el crimen, que eliminan barreras legales a la participación de la fuerza laboral de la mujer, que protegen la libertad de decidir sobre su cuerpo, que las mujeres implementan políticas de género reales y efectivas para disminuir las tasas de violencia y feminicidios, que trabajan más con mujeres que con hombres y que no reprimen la manifestación de las mujeres, al contrario, la alientan.
“Compañera presidenta no te olvides de tus ojos de mujer, no te olvides de tu boca de mujer, no te olvides de tu lucha de mujer, no te canses de ser grande y ser mujer”, como dice Vivir Quintana.
Insurrectas en pie de lucha. ¡Si tocan a una respondemos todas!
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