Con un camino de pétalos de cempasúchil trazado a lo largo del recorrido y al grito de «¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!», mujeres de distantes edades realizaron la décima cuarta edición de la Marcha de las Putas, en donde exigieron justicia por las víctimas de feminicidios y desaparición.
Partiendo del reloj del Gallito del Paseo Bravo y caminando hasta el Zócalo de la ciudad, las manifestantes comunicaron que, en el estado de Puebla, 341 mujeres han sido asesinadas durante el último sexenio.
De esa cifra, 47 corresponden a este año, en el periodo entre enero y septiembre, según datos del Observatorio de Violencia Social y de Género de la Universidad Iberoamericana.
Por otra parte, las participantes de La Marcha de las Putas indicaron que se tienen identificados dos transfeminicidios, pero estos han sido invisibilizados.
En cuanto a menores de edad afectadas por la ola de violencia contra las mujeres, una de las asistentes señaló que, de 2019 a 2024, han ultimado a 44 infancias, lo que significa en promedio siete casos por año.
Hicieron un llamado a las autoridades entrantes para que hagan cumplir la ley y haya justicia para todas las mujeres que han sido víctimas de violencia.
Hoy salimos a recordarles a las autoridades, Pepe Chedraui, presidente municipal, y Alejandro Armenta, próximo a tomar posesión como gobernador del estado, que hay leyes que se deben de cumplir y exigir que se hagan responsables de sus promesas de campaña. Hay mujeres que siguen sin justicia, hay familias esperando respuesta», expresaron.
Agregaron que deben diseñarse políticas integrales que erradiquen los prejuicios, discriminación y persecución en contra de las trabajadoras sexuales.
Asimismo, subrayaron que «las asesinadas no han muerto», pues están con ellas a lo largo de todo el año fortaleciendo su lucha. En este sentido, recordaron a Paulina, Cheli y Alisson.
En la Marcha de las Putas, estuvo presente Rocío Limón, madre de Paulina Camargo, joven que fue desaparecida hace más de nueve años por su entonces pareja, José María N.
Igualmente, se manifestaron trabajadoras sexuales y familiares de víctimas de violencia, tanto de Puebla como de otras entidades federativas.
La Marcha de las Putas concluyó con la colocación de una ofrenda frente a la catedral poblana y un micrófono abierto para escuchar distintos testimonios de víctimas de violencia.
En su pronunciamiento previo a la movilización, las participantes resignificaron la palabra «puta», que usualmente ha sido ocupada para agredirlas o señalarlas. Así, le otorgaron una connotación de valentía, orgullo y dignidad.
Marchamos las putas lesbianas, las putas trans, las putas bisexualas, las putas que ejercen el trabajo sexual, la puta heterosexual, la estudiante a la que los compañeros le llamaron puta, la hija que corrieron de casa por puta, la madre que sus hijos le llamaron puta. Por ser las que no cabemos en un sistema heteropatriarcal, por ser las que gozamos los orgasmos, por ser las que nos apropiamos de la palabra y transformamos nuestra dignidad en alegría», acotaron.
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