Durante la presentación del libro Rompiendo cadenas, Cariño reconoció que aún existen vacíos y carencias tanto en las políticas como en la estructura
El sistema penitenciario no ha logrado cumplir el reto de impartir justicia con perspectiva de género, reconoció Galilea Cariño Cepeda, directora del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (IDHIE) de la Universidad Iberoamericana, durante la presentación del libro Rompiendo cadenas. Literatura carcelaria femenina en la Octava edición del Premio DEMAC Penitenciario 2014, para mujeres que se atreven a contar su historia”.
Cariño reconoció que aún existen vacíos y carencias tanto en las políticas como en la estructura para reconocer las condiciones de mujeres presas de manera diferenciada para cumplir el acuerdo con el principio de la igualdad sustantiva que mandata la Ley Nacional de Ejecución Penal.
“Es un reto que no se ha cumplido, dependerá de recursos y voluntad política”, aseguró luego de advertir que la lectura del texto de DEMAC es una lectura obligada para conocer y contrastar realidades. “No sólo se debe leer desde el dolor, sino como un esfuerzo intelectual en esta “explosión del lápiz” que regala la narración de estas realidades que parecen ajenas”, dijo la directora del IDHIE.
Y es que la historia de 18 mujeres en prisión — escrito por ellas mismas– reunidos y promovidos por Alejandra Montero, directora de Documentación y Estudio de las Mujeres AC (DEMAC) exponen sin proponérselo las razones del involucramiento de las mujeres en la comisión de delitos, el enfrentamiento de las mujeres a las violaciones al debido proceso, falta de garantías, uso de prisión preventiva, proporcionalidad de las penas, las necesidades específicas del género femenino en prisión, los derechos sexuales y reproductivos, así como otros puntos reflexivos que no pueden pasarse por alto.
“Lo que hace DEMAC en las prisiones femeniles del país podría considerarse como “una puntita” de esta mirada de con perspectiva de género en personas privadas de la libertad. Desde hace muchos años he creído en la dignificación de los centros de reinserción social, y esa ha sido una lucha constante y eso me hace pensar que un día el abolicionismo acabará con las celdas, los dormitorios, los barrotes y el pase de lista”, sostuvo Galilea Cariño.
Lourdes Pérez Oseguera ex catedrática de la Universidad Iberoamericana donde fungió también como directora del Observatorio de Violencia Social y de Género, destacó que detrás de cada historia contada, había una evidente historia de injusticias y abusos por cuestiones de discriminación hacia su género.
Se refirió al libro como un testimonial repleto de historias de injusticias, de violencias familiares, callejeras, policiales, institucionales; de abusos, de violaciones, de abandonos, de pobrezas, no sólo económica, sino de todo tipo; pero reconoció que el texto estaba lleno de intensas historias de amor.
Culpable ¿de qué?
“Aquí hay historias de mujeres que purgan penas de cinco, diez, quince, veinte o más años, que se declaran culpables e inocentes, estas últimas las más y, las primeras, me queda la duda de qué tan culpables son. Aún, quienes se asumen sicarias o integrantes de bandas delictivas; son culpables ¿de qué? ¿de no haber sido hija deseada, de haber sido abandona aún antes de nacer, de haber nacido sumida en la pobreza, de haber sido abusada y violada en los primeros años de la infancia o adolescencia? ¿de no haber podido asistir a la escuela? ¿de no haber encontrado un trabajo digno y bien remunerado? “ cuestionó.
“El 2017 terminó como el año más cruento y 2018 arrancó entre balaceras y combates, levantones, feminicidios, ejecuciones extrajudiciales, masacres, acciones represivas y una violencia policiaca delictiva que tiende a multiplicarse” citó para explicar que el ambiente de violencia e inseguridad en el que estamos sumidos los mexicanos en los últimos tiempos son producto de muchos asuntos no resueltos por el Estado mexicano que han conducido al caos y a una imparable violencia estructural.
Explicó que en 2006 con la llegada de Felipe Calderón a la presidencia obligó a quitarse la etiqueta de “espurio” declarando la guerra al crimen organizado. “En realidad lo que hizo, fue declarar la guerra contra el pueblo mexicano y, quienes de manera más cruel y despiadada han pagado los costos de esa guerra, han sido principalmente los grupos más vulnerables: los jóvenes, las niñas y los niños, las mujeres y la población indígena.
Confesó que su lectura fue al filo de la conmoción y con profunda empatía que estrujó el corazón “Las historias que hay aquí son historias de encierro forzado, mujeres presas muchas de ellas inocentes, la mayoría, estaban en el lugar equivocado cuando llegó un operativo policiaco o militar; hay quien quiere devolver a un cliente el paquete olvidado y, en ese preciso momento llega la policía y, esa mujer inocente es detenida, se le priva de la libertad, se le violan sus garantías individuales, se le imposibilita para defenderse; es recluida y sentenciada a diez años de cárcel por el delito de daños contra la salud…”
“Otras mujeres vieron como una gran posibilidad para salir adelante, entrar a trabajar a la policía, sin saber que el comandante, el presidente municipal o el gobernador estaban arreglados con los Zetas, o con cualquier otro cártel de criminales; otra más, porque se revelaba ante el abandono, las omisiones, la falta de cariño y se le hizo fácil emparejarse con cualquiera, alcoholizarse, drogarse para evadirse un rato, de su cruel realidad. En fin, son como les decía al inicio, historias de terror y a la vez de amor”, relató.
br>La literatura carcelaria: escribir desde el olvido
“Otra pinche historia de prisión”, “Con la soga al cuello”, “diamante negro”, “La esperanza”, “la doble vida”, “milagro y esperanza”, “culpable o inocente”, “mi vida en el circo”, “¿Injusticia?, dónde está la justicia”, fueron los sugerentes títulos de las historias que las ponentes propusieron leer desde donde fueron escritos, desde una trinchera de papel y desde un lugar de olvido.
De olvido porque son escritos desde un sistema orientado a generar procesos de exclusión, invisibilización y acallamiento sobre sectores que sobre todo, no tienen derecho a la palabra. Insistieron en que las historias son flashazos de las historias que dejan ver trozos de rebeldía; disidencia de órdenes patriarcales.
Alejandra Montero, directora de DEMAC, confesó que en los talleres que se hacen en las cárceles de México ocurre un fenómeno repetido, un sentido solidario femenino se va extendiendo al conocer la historia de “la otra”, hasta hacer una especie de vasos comunicantes, de comunidad femenina hermética capaz de guardar la palabra de una igual. En esta octava edición del Premio DEMAC Penitenciario 2014, participaron 171 textos.