Lo sucedido en la Mixteca advertía que se estaban dando palos de ciego; más, no hubo cambios en la estrategia
¿Quién es Rubén Wilson Arias?
Seguramente usted ni lo conoce o poco sabe de él.
Prácticamente ha pasado desapercibido, pero es el principal responsable de todo lo que ha pasado en la vacunación contra el COVID19 en Puebla.
Le explico.
El pasado 21 de enero de 2021, el Diario Oficial de la Federación publicó el acuerdo por el que se establecen brigadas especiales para llevar a cabo la vacunación contra el COVID-19.
Las llamaron Brigadas Correcaminos.
En cada una de las 32 entidades federativas, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, designó a un coordinador estatal.
En el caso de Puebla, el cargo quedó en manos de Rubén Wilson Arias.
De entrada, médico de profesión, aunque a veces la hace más de político.
Era subdirector Médico del Issste en Tabasco.
Y antes, director de un Hospital del Issste en Chiapas.
No conocía Puebla.
Antes de seguir con el doctor Wilson, le cuento que originalmente la vacunación estaba planeada para realizarse en los Centros Integradores del Bienestar.
Y no estaba mal, porque hay más de 10 mil ventanillas para dar seguimiento y supervisión a los programas de gobierno federal.
Sin embargo, ¿por qué no hacerlo en centro de salud, clínicas y hospitales?
Al menos, en estos sitios recuerdo que se ponen las vacunas.
También en consultorios.
El acuerdo de referencia, definía que la vacunación estaría a cargo de los “Servidores de la Nación” y voluntarios, con supervisión de médicos del Sector Salud.
Pero, ¿por qué las vacunas no fueron aplicadas por el personal del Sector Salud?
Ellos lo han hecho desde siempre.
Era lo lógico; pero, no en este capítulo.
Con este escenario, Wilson Arias empezó la vacunación en la Mixteca, donde prácticamente no tuvo problemas, salvo que olvidó la promoción.
Creyó que todos llegarían a vacunarse.
No tomó en tomar en cuenta que había muchos que no querían vacunarse y otros que ni se habían enterado que ya podían recibir las dosis.
Sin remedio, ordenó que como en marcha o en venta de sábanas y cobijas, usarán el peritoneo para ofrecer las vacunas a la gente.
Incluso, al final de la jornada, envió a personal a domicilios particulares para acabar con las dosis
Lo sucedido en la Mixteca advertía que se estaban dando palos de ciego; más, no hubo cambios en la estrategia.
Y vino lo de San Andrés Cholula, donde quedó exhibida la mala planeación del funcionario federal, quien prácticamente ha pasado desapercibido, pues toda la culpa ha recaído en el delegado del gobierno federal, Rodrigo Abdala.
Y no lo defiendo, aclaro.
Es necesario señalar al responsable, quien fue relevado de la responsabilidad cuando vino el caos en Ciudad Universitaria, cuando otra vez Abdala cargó con el muertito.
Por este caso, la Sedena, con apoyo de la Secretaría de Salud local, que tiene como titular a José Antonio Martínez, tomó en sus manos la coordinación de la campaña de vacunación en el norte de la capital, donde imperó el sentido común.
Para empezar, dió turnos con base en los apellidos de los adultos mayores.
Privilegió a personas discapacitadas.
Y definió lugares de vacunación en hospitales, clinicas y centro de salud cercanos a los domicilios, en vez de oficinas, explanadas, parques e instalaciones universitarias.
Los voluntarios fueron relevados por personal de salud, el cual hizo lo que sabe hacer, aplicar vacunas.
Y ahora hasta dan servicio a domicilio, para adultos mayores imposibilitados de salir de sus casas.
Por eso le digo: a veces el sentido común, no es el más común de los sentidos.
Pero cuando se descubre, todo marcha mejor.
¿Verdad, Rubén?
Y recuerde:
Nadie es completamente bueno, ni completamente malo
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