Siglos antes de las primeras marchas feministas, los desfiles LGTB y las cumbres del medio ambiente, documentos y hallazgos arqueológicos revelan que en la América precolombina existían sociedades que empoderaban a las mujeres, toleraban la homosexualidad y reciclaban residuos.
Esta evolución propia de los pueblos precolombinos permaneció silenciada por siglos por el argumento de que Europa era “superior” a los indígenas en una forma de justificar su esclavitud y masacre.
Pero esta noción cambió mucho en los últimos tiempos y los historiadores quieren enfocarse más en la convergencia de estos dos mundos que en su comparación.
América y Europa “llevaban su propia evolución histórica y en muchos casos quedó cortada en seco por la llegada de los europeos”, cuenta Esteban Mira Caballos, historiador miembro de la Academia Dominicana de la Historia.
Aunque eviten comparar, los expertos reconocen que bajo el prisma actual muchas de las sociedades precolombinas podrían considerarse como “ilustradas”, armónicas y vanguardistas.
Había más igualdad de género en América
Mientras que gran parte del mundo sigue luchando contra siglos de desigualdad de género, “en Los Andes, el territorio que hoy comprende Perú, Bolivia, Chile y Ecuador, había sociedades donde las mujeres tenían igualdad de derechos con los hombres”, explica Prieto.
“Hay casos históricos reales sobre la importancia y el rol de las mujeres con mucho poder y su implicación en la política, sociedad, religión y economía”.
La arqueología reveló casos tan antiguos como el de la Dama de Cao, una mujer que gobernó entre el 300 y 400 d.C y que fue enterrada con emblemas de reina, jefa y sacerdotisa en una tumba llena de oro, plata y todo tipo de ornamentos.
Las mujeres aztecas del antiguo México también contaban con algunos derechos “más ilustrados que sus contemporáneas europeas” que desaparecieron con la conquista.
Gillespie cuenta cómo mujeres y hombres contribuían con su trabajo a la economía del hogar sin diferencias y cómo era imposible sostenerla sin la colaboración de ambas figuras.
“Había muchas mujeres emprendedoras que vendían sus productos en la plaza de la ciudad y traían esos beneficios a casa. Aportaban enormemente a toda la economía”, cuenta la experta.
“Podríamos decir que en este mundo las relaciones de género eran más equilibradas”.
Prieto resume que esta serie de comportamientos muestran que, a diferencia de hoy en día, donde se habla de que no hay derechos suficientes de mujeres, en la época prehispánica era muy diferente.
“Las mujeres no eran juzgadas por su género”, dice.
Más tolerancia a la diversidad sexual
Del mismo modo, Prieto dice no “tener descripciones de personas siendo juzgadas o perseguidas por su homosexualidad”.
El historiador emérito de la Universidad de Barcelona, Miquel Izard Llorens, también habla de la tolerancia y la normalización de la homosexualidad entre las tribus prehispánicas que poblaban más del 70% del continente.
Diversos estudios indican que la homosexualidad estaba presente en casi todas las culturas prehispánicas y, en general, contaba con altos niveles de tolerancia, aunque es un desafío establecer conclusiones generales por la falta de suficientes documentos y el tabú que ha rodeado al tema durante siglos.
Proyectos urbanos y modos de vida sostenibles
Que en América había ciudades tan imponentes como en la Europa del siglo XV no es un secreto.
Ahí está el ejemplo de Tenochtitlan, capital mexica, a la que Hernán Cortés llegó a llamar “más impresionante que Roma”.
O la gran ciudad imperial inca de Cusco en el antiguo Perú y, no menos poderosa, la ciudad de Chan chan de la cultura chimú también en Perú, una de las más grandes urbes construida con adobe en el mundo.
Quizás se conoce menos la alta sofistificación que estas ciudades tenían a la hora de reciclar recursos y aprovechar el agua, dos problemáticas que enfrenta el mundo actual con la emergencia climática.
Ciudades importantes contaban con sistemas de drenaje o irrigación complejos que tardaron años en llegar a Europa.
“Cuando se trataba de tecnología agrícola, muchas de estas sociedades realmente entendieron cómo trabajar con su entorno, algo a lo que ahora estamos regresando», agrega Gillespie.
Sin embargo, el profesor Mira Caballos pide diferenciar entre grandes civilizaciones y las tribus itinerantes que poblaban el 70% del continente y que vivían de forma autosuficiente y sostenible, completamente adaptadas a su medio natural sin modificarlo.
“Es obvio que los grupos humanos más evolucionados tuvieron más capacidad de transformar la naturaleza y por tanto de dañar el medio ambiente”.
Por muchos años, y para la ideología de progreso que ha dominado el mundo, el modo de vida de los grupos prehispánicos itinerantes era considerado como “atrasado y bárbaro” y este argumento se utilizó para justificar su explotación por Occidente.
“Pero al menos desde una perspectiva actual, esas bandas y tribus no necesariamente eran más bárbaras que los nacientes estados occidentales que no tardaron en provocar hecatombes en muchos lugares del mundo, supuestamente bárbaros e incivilizados”, dice Mira Caballos.
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Menos registros de pobreza extrema
Erradicar la pobreza extrema y la desigualdad es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo, en particular en América Latina, una de las regiones más desiguales del mundo.
Si bien en las sociedades precolombinas existían marcadas diferencias sociales y de acceso a recursos y alimentos entre la élite y el resto, no hay registros de una pobreza extrema y extendida.
En un amplio estudio sobre la vida de los primeros americanos que llegaron a Europa con la conquista, Mira Caballos relata cómo, cuando llegaban a España, los indígenas procedentes de tribus veían el supuesto progreso del Viejo Continente como un mundo bárbaro.
en distintas condiciones.
“Más que impresionarse por edificios modernos, les llamaba la atención la extrema pobreza. Venían de sociedades humildes y sencillas, pero mucho más redistributivas. En muchas comunidades aborígenes no se permitía esa miseria entre sus miembros”, dice Mira Caballos.
“Aunque es difícil desde el punto de vista arqueológico confirmar qué tanta pobreza podía haber, del mundo azteca tenemos conocimientos de un sentido de comunidad, con la gente organizada en barrios donde se cuidaban los unos a los otros”, comenta Gillespie.
“Y sí, la élite, la realeza y la aristocracia vivían muy bien y había gente más pobre que otra, pero tampoco da la impresión de que existía mendicidad con personas sin techo suplicando en las calles”, amplía la experta.
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Foto: Especial
Vía: BBC News