Cada vez que atravesamos por una pérdida, se nos dice que tenemos que soltar y además de que no se nos dice cómo, tampoco se nos explica qué significa y muchas veces preferimos aferrarnos al dolor como única forma de conectar con aquello que pedimos.

Soltar significa, liberar aquellas emociones que nos ahogan, para poder reacomodar aquello que perdimos en donde debe estar: en el pasado, como un recuerdo donde viven todas las escenas pertenecientes a la situación, relación o lugar que perdimos, para que cuando sintamos necesario, podamos regresar a ellas pero sin sentir ya todo ese cúmulo de emociones que suele agobiarnos al inicio.

Soltar no es olvidar, por eso sentimos que aunque pase el tiempo no lo logramos y no solo es normal, sino que está bien. No podemos borrar de nuestra memoria aquello que fue importante en nuestra vida y pretender hacerlo es ser injustos con nuestras propias decisiones. Olvidar no es lo mismo que superar, pues olvidar se refiere a hacer como si aquello que perdimos, no hubiese existido, es quitarle no solo lo incómodo o negativo, sino también lo positivo, el aprendizaje y con ello, la posibilidad real de cerrar ese ciclo y por tanto, de soltar realmente. 

Si atravesamos por una pérdida significativa, es bueno que nos demos tiempo de sentir dolor, pero no podemos quedarnos en eso, no podemos mantener asociada una situación o relación, solo con el dolor porque cada vez que queramos recordarla, será de esa forma y cada vez querremos recordarla menos pero al mismo tiempo, no podremos borrarla, así que tan solo la podremos ocultar a ratos y cuando menos lo esperamos, saldrá a flote, lastimándonos nuevamente. El sitio donde no puede lastimarnos, es el pasado, donde convive con ese yo, que éramos entonces y cuyas acciones y decisiones entendemos mejor dentro del contexto en que se dieron, sin caer en el sesgo cognitivo de saber el final y culparnos por haber hecho o dicho cosas que en su momento nos nacieron.

El duelo es sin duda un proceso muy desgastante pero en realidad resulta así porque nos aferramos al dolor. Si nos damos permiso de sentirlo y posteriormente reubicamos la pérdida en el pasado, será más corto y mucho más significativo, pues no tendremos que elegir “olvidar”, sino aprender, lo cual conlleva, el honrar nuestras decisiones y si estamos en otro sitio emocional, desde donde podamos reflexionar que no fueron correctas para nosotros, podremos evitarlas en un futuro, pero al mismo tiempo, entender por qué las tomamos, sin reproches, ni arrepentimiento. Tan solo reconociendo que hoy podemos ver las cosas de otro modo y eso sin duda, significa que hemos avanzado en nuestro nivel de consciencia. 

Te invito a que reflexiones en aquellos ciclos que no has cerrado y verifiques si es porque has tratado de “olvidarlos” sin éxito y si es así, que no te pidas más, el hacerlo. Acepta que forman parte de tu pasado y que con todo lo bueno o malo, ocurrieron por una razón, así que da gracias por lo aprendido y reconoce que hubo tanto cosas negativas que te hicieron salir de ésa situación, como también positivas que te hicieron quedarte un tiempo. Haz las paces con tus decisiones y coloca en el pasado todo aquello que has perdido, para que tengas otra vez recursos emocionales para emprender algo nuevo, sin llevarte los miedos anteriores.

Sigue la información de última hora en las redes sociales de URBANO Noticias Puebla y Tlaxcala

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *