El cierre de un ciclo implica el análisis a conciencia de la etapa que está por terminar
Es muy común que al iniciar el año, tengamos la sensación de una nueva oportunidad para hacer las cosas “bien”, ya saben, el famoso lienzo en blanco que no falta en las felicitaciones de Año Nuevo, pero todo esto tiene una razón y es el hecho de que al cerrar un ciclo por medio de un ritual como la cena o brindis de Año Nuevo, estamos listos para abrir otro y es por ello que los primeros días de enero estamos en lo que sería la celebración del final del duelo por el año que terminó, lo que nos reconecta con la vida y la esperanza, por lo que estamos tan dispuestos a hacer cambios profundos, pero la pregunta es ¿por qué no duran? ¿Por qué nos proponemos tantas veces las mismas cosas y no las llevamos a término? La respuesta la tenemos justamente en el hecho de que no cerramos realmente un ciclo en lo particular, sino que nos quedamos en la vivencia generalizada del cierre, pero no profundizamos realmente en nuestro propio proceso y por ello partimos del deseo pero no de la realidad. Es decir, asumimos el cierre como un hecho automático dado por la fecha y no realmente porque estemos listos o porque hayamos hecho un recuento certero y proyectemos nuestras metas desde ahí, por lo cual no es necesario que se haga el 31 de diciembre y ni siquiera durante el mes de enero.
El cierre de un ciclo implica el análisis a conciencia de la etapa que está por terminar y conlleva un entendimiento del por qué se lograron ciertas metas y otras no, además de un reconocimiento acerca de las habilidades que adquirimos o de aquellos aspectos que debemos fortalecer en nosotros mismos. Cuando logramos esta claridad, estamos listos para plantearnos aquello que queremos para el nuevo ciclo pues estamos plenamente conscientes de nuestra realidad interna y externa, lo que nos llevará a un plan más concreto para lograr aquello que queremos.
¿Por qué se diluye la emoción de las metas planteadas conforme avanza el año? Muchas veces porque no son metas reales, pero también porque esperamos sentir la misma disposición que tenemos los primeros días, lo cual no es siempre posible pues al enfrentarnos a la rutina puede que tengamos que hacer ajustes que no estamos dispuestos a hacer y con lo cual, se vuelve más sencillo abandonar el “propósito”. Debemos aquí mencionar que el hecho de que no sintamos la misma emoción al realizar la meta conforme pasa el tiempo, es normal, pues se vuelve parte de la rutina, pero es entonces cuando la motivación entendida como recordar los motivos que nos llevaron a plantearla, nos ayudarán a mantenerla o a ajustarla si fuera necesario.
¿Te pasa que tu lista de propósitos se va reciclando cada año porque no los cumples? Aquí te damos algunas claves para que el 2022 sea diferente:
No les llames propósitos pues con la sola palabra, asumimos que es algo que nos propondremos hacer, no que necesariamente haremos. Mejor llámalos “metas” o “planes”, de esa manera los asumirás como algo más real.
No las plantees sobre supuestos, pues el no poder iniciar rápidamente, puede empezar a frustrarte. Por ejemplo, si mi plan es hacer ejercicio, puedo empezar desde casa o el parque y no necesariamente inscribirme a un gimnasio, pues el buscar opciones me llevará tiempo que puede terminar por apartarme del plan.
Sé honesto contigo mismo y empieza con cambios que te veas realizando. Si por ejemplo, acostumbras desvelarte y tu plan es dormir más temprano, fija un horario conveniente para ti o ve recorriendo poco a poco la hora de ir a la cama, pues el proponerte dormir a las 9 si normalmente lo haces de madrugada, ni tú te lo vas a creer y mucho menos a realizar.
No es necesario que hagas todos los cambios juntos ni el primero de enero. Puedes ir añadiendo a tu rutina de manera gradual todo aquello que quieras realizar, pues tratar de hacerlo todo al mismo tiempo, puede hacerte sentir agobiado con tanta presión.
No abandones tus metas si no las puedes cumplir exactamente como las planteaste, pues recuerda que la realidad desde la que las hiciste puede cambiar con el paso del tiempo, pero con pequeños ajustes se pueden mantener. Por ejemplo, si te planteaste hacer ejercicio en cierto horario y éste cambia, prueba en otro momento o con menos frecuencia, pero no dejes de hacerlo.
Utiliza tus propios parámetros, pues pequeños cambios pueden hacer la diferencia en tu bienestar y eso a final de cuentas, es lo que vale.
En suma, lo importante es recordar que los cambios que quieras realizar en tu vida los puedes realizar en cualquier momento, sin necesidad de que sea Año Nuevo, que dichos cambios deben traerte bienestar y no agobio, pero sobre todo, debes decidirlos por ti mismo para que te den los resultados que esperas.
Desde aquí les deseamos lo mejor para éste 2022 y les agradecemos como siempre sus comentarios a través de nuestras redes sociales. Espero que lo anterior les haya sido de utilidad y que a pesar de no ser 1 de enero, sigan haciendo cambios que los beneficien.
¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.