Debemos entender que ser tolerantes no significa pensar igual que el otro, significa que el otro tiene la misma libertad que yo.

Cada 27 de enero desde 2005 a iniciativa de la ONU se recuerda que ése día, las tropas soviéticas liberaron a los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, terminada la Segunda Guerra Mundial en el Día Internacional De Conmemoración De Las Víctimas Del Holocausto, con la intención de hacer conciencia sobre los crímenes de odio y la importancia del desarrollo de la resiliencia para sobreponerse a la pérdida de la libertad. Aunque todo esto nos pueda parecer muy lejano y propio de los libros de historia, está más vigente que nunca pues la incitación al odio la vivimos día a día a través de las redes sociales, escudados en la mal entendida libertad de expresión.

¿Qué hemos aprendido sobre la libertad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial? Pareciera que muy poco, pues la hemos normalizado a tal grado que dejamos de verla como un privilegio y nos olvidamos que toda libertad termina donde inicia la del otro. A raíz de la suspensión de la cuenta de Twitter, de Donald Trump se puso sobre la mesa el tema de la censura y la libertad de expresión, pero yo sumaría también la incitación al odio pues si algo debemos recordar del holocausto es que fue una ideología de odio lo que ocasionó todo aquello y pareciera que es el pan de cada día en las redes sociales, donde la gente escudada tras una pantalla, ataca sin piedad a quienes piensan distinto. Hemos olvidado la importancia de la tolerancia, que es la base de la libertad, que radica justamente en el derecho elegir responsablemente nuestra forma de actuar, no la de los demás y si no sabemos ser tolerantes, caemos justamente en el odio ciego al otro, que asumo que está mal por elegir algo distinto a lo que yo elijo.

Es así como se genera el racismo, clasismo, homofobia y todos aquellas libertades que como sociedad no aceptamos y que cada día pareciera que son más, pues se suman religiones, partidos políticos y hasta equipos de fútbol. Diariamente leo en Twitter, mensajes cargados de odio, que incluso desean la muerte para aquellos que piensan distinto y no faltan los apodos peyorativos con sus respectivos hashtags y la gente que los postea, piensa que está ejerciendo su libertad de expresión, sin entender que en realidad está transgrediendo la del otro.

Hemos platicado en éste mismo espacio que nos construimos justamente pensando que lo que es afín a nosotros es bueno y lo diferente es malo, pero no podemos estancarnos ahí. Recientemente leía una entrevista que le realizaron al escritor David Grossman, a propósito de su último libro donde aborda el tema del racismo y decía que es muy fácil activar ése mecanismo que nos lleva al odio, porque nacemos sospechando del otro, sintiéndonos amenazados con lo diferente, pero que podemos educar para contrarrestar esos explosivos y creo que la tolerancia debe ser la base de dicha educación, que evidentemente no es académica sino emocional, debemos enseñar a los niños a ser tolerantes, a convivir con lo que es distinto a ellos, solo entonces podrán ser libres de verdad.

Debemos entender que ser tolerantes no significa pensar igual que el otro, significa que el otro tiene la misma libertad que yo, para elegir qué pensar y cómo actuar, mientras no transgreda mi bienestar. Puedo practicar la tolerancia:

  • Entendiendo que no es necesario que exista un único criterio, que desde nuestras perspectivas, ambas partes podemos tener razón.
  • Aprendiendo a escuchar a los demás.
  • Siendo empáticos, pues al ver las circunstancias del otro nos será más fácil entenderlo.

Recordemos que el ejemplo es mucho más efectivo que el discurso y que los niños aprenderán a ser tolerantes en la medida que la vean en práctica, así mismo nos causaremos menos estrés y enojo al soltar aquello que no está en nuestras manos, como lo son las opiniones de los demás. Aprendamos de lo sucedido como humanidad y no nos permitamos olvidar que la intolerancia llevada al odio, que ha apagado millones de vidas a lo largo de la historia.

Recuerden que esperamos sus comentarios a través de nuestras redes sociales.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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