La biblioterapia no se debe confundir con la lectura de libros de autoayuda; no se brinda soluciones inmediatas o recetas mágicas para enfrentar dolores personales y particulares.
BIBLIOTERAPIA, CUANDO LA AYUDA VIENE EN FORMA DE LIBRO
A propósito del Día Internacional del Libro, no podemos dejar de lado a tan valioso aliado del proceso terapéutico y aquí hago una aclaración: se trata de un aliado, más no un sustituto.
Aunque el título puede sugerir que hablaremos de los tan famosos libros de autoayuda, la biblioterapia no se trata de recetas fáciles para ganar autoestima o superar una ruptura en 10 días, sino del uso terapéutico de la lectura, casi siempre acompañado de la escritura.
¿De dónde surgió?
Se hace la primera mención del término en 1916 en la revista “The Atlantic Monthly” y hace referencia al doctor Bangster, que “recetaba” libros a quien los pudiera necesitar, y tiene como principio, el obtener una perspectiva diferente de nuestras circunstancias.
Los libros que generalmente se recomiendan en la biblioterapia son aquellos basados en situaciones cotidianas, donde se aborda una circunstancia parecida a del paciente, para que pueda tener un punto distinto de reflexión y aprenda de cómo se enfrenta la situación en la historia y a partir de ello, pueda analizar sus propias opciones.
Cuando hablamos de circunstancias que se trabajan en terapia, como el duelo, la depresión o la ansiedad, es muy común la sensación de ser el único que se siente de esa forma y cuando una persona puede sentirse comprendida en las palabras que brotan de un libro, asume que no es la única que sufre y que hay quien entiende lo que le pasa e incluso ha logrado superarlo.
Ese sólo hecho, brinda al lector una perspectiva de sanación, que lo motiva a trabajar en la misma.
La biblioterapia se diferencia de los libros de autoayuda porque no brinda soluciones, porque no da recetas generalizadas para enfrentar dolores tan personales y particulares como la pérdida de un ser querido o un ataque de pánico sino que acerca historias humanas de temas íntimos, a quien está atravesando por algo parecido, lo que despierta su capacidad de empatía y de análisis externo de la situación.
Existen pautas para “recetar” un libro, pues como hemos mencionado anteriormente en ésta columna, la terapia es como un traje hecho a la medida y por tanto, sus accesorios como los materiales de biblioterapia, deben ser elegidos particularmente para cada caso para que logre el efecto buscado, tomando en cuenta la edad, aflicción e intereses.
¿Por qué digo que se trata de un aliado pero no de un sustituto?
La bibioterapia se basa en historias elegidas por el profesional, para confrontar con la realidad del paciente, es decir, el libro deja de ser un pasatiempo o una evasión de la cotidianidad y se convierte en una herramienta que golpea duramente en aquellos puntos de dolor emocional que atraviesa el paciente y por ello se requiere de un soporte profesional, que no permita la caída tras el golpe.
Los libros por tanto no sólo estimulan la imaginación, la concentración, la capacidad de comunicación, sino que también pueden ser un gran aliado en la recuperación de un proceso doloroso, pero deben ser tomados con responsabilidad pues no pueden por sí solos lograr la recuperación.
¿Hay algún libro que los haya ayudado en alguna etapa difícil de sus vidas?
Déjennos saberlo en los comentarios o nuestras redes sociales.
¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente, desde el diván.