Un bebé arcoíris nace no al terminar una tormenta de dolor, pues la tormenta de perder un hijo, puede no acabar por completo y por ello merece un lugar aparte.
El pasado 22 de agosto se conmemoró internacionalmente el día de los llamados bebés arcoíris, que son aquellos que nacen en familias que vivieron previamente la pérdida de un hijo, ya sea una muerte perinatal o no, así como en aquellas que han tenido intentos fallidos con tratamientos de fertilidad. Se les conoce como bebés arcoíris porque se les considera como una una luz llena de alegría, después una tormenta tan gris como puede ser la pérdida de un hijo.
No es difícil entender lo que significa la llegada de esa luz de alegría que lo ilumina todo en medio de tanto dolor, pero son esas mismas circunstancias las que pueden depositar una pesada carga sobre los hombros de dichos bebés, pues dependerá de qué tan elaborado se tenga el duelo en los padres antes de su llegada. Es tan grande la alegría que causa su llegada, que los padres pueden sentir que no es necesario ya procesar el duelo anterior, pero lo es.
Si bien es cierto, la pérdida de un hijo puede ser devastadora y muy complicada de trabajar, sobre todo cuando se trata de una pérdida perinatal que no es ni siquiera aceptada socialmente en muchos casos, debe darse el trabajo de duelo antes de la llegada de otro bebé porque si no, sin darse cuenta, los padres pueden tan sólo transferir sus anhelos previos y depositarlos en el bebé arcoíris, pues viene a disipar todos los miedos que suelen vivirse desde el embarazo, donde la ansiedad y el miedo, imperan, pues esos padres ya se enfrentaron al escenario menos pensado y más terrible que pudieron haber imaginado.
Es muy importante asumir que un bebé arcoíris no tiene la responsabilidad de hacer felices a sus padres, ni tampoco “aliviar” su dolor, pues no es un sustituto de su hermano fallecido, sino un nuevo ser que se integra a una familia que debe darle su propio lugar e identidad. Es común que los bebés arcoíris lleguen ya sin ser esperados, pero no por ello no merecen que sus familias se preparen, trabajando su duelo previo.
¿Qué se puede hacer para no dar una carga emocional que no le corresponde a un bebé arcoíris?
Brindarle individualidad por medio de un nombre sólo pensado para él.
No pretender que no hubo una pérdida previa.
Cuando lo pueda entender, explicarle lo sucedido con su herman@, para que no se convierta en un tabú.
No idealizarlo, pensando que es una compensación de la vida o Dios, es un bebé humano que tiene derecho a ser amado por quién es.
No sobreprotegerlo, por miedo a perderlo como a su herman@, distinguiendo qué riesgos son reales y cuáles no.
No compararlo mientras crece, con aquello que se piensa que pudo haber logrado su herman@ fallecido.
Saber que es normal tener miedo a vincularse con él antes de nacer , por el miedo a perderlo.
Honrar la memoria de un hijo, es darle un lugar en la familia como lo tiene en el corazón de sus padres y mantenerlo vivo por medio de la normalización de su recuerdo. Esto ayuda a brindarle al bebé arcoíris el lugar que le corresponde, agradeciendo su llegada porque es verdad que llegará a llenar de alegría la vida de su familia, pero sin necesidad de esforzarse pues no le corresponde cargar con un dolor previo. Un bebé arcoíris nace no al terminar una tormenta de dolor, pues la tormenta de perder un hijo, puede no acabar por completo y por ello merece un lugar aparte.
Si estamos cerca de padres de un bebé arcoíris debemos cuidar mucho lo que decimos, pues muchas veces son las personas alrededor quienes dan a los bebés, esa carga de hacer felices a sus padres o los ven como compensación. Lo único que debemos tener presentes es que esos padres ya se enfrentaron a lo más incomprensible del mundo, que es la muerte cuando la vida se supone que iba a comenzar y vivieron un proceso más desgastante de lo normal para tener a su bebé arcoíris en sus brazos, así que si no sabemos qué decir, tan sólo acompañemos con respeto y empatía.
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