No importa si tu duelo es resultado de una pérdida tangible como la muerte de un ser querido o de una pérdida intangible como una separación.

En estos momentos tan complicados que estamos viviendo, es difícil que exista alguien que no haya perdido nada y quizás eso es lo que lo hace tan particular, por lo que debiera ser un momento de profunda empatía y solidaridad, pero el dolor nos hace reaccionar de maneras tan distintas, que puede parecernos que somos los únicos que hemos perdido algo, pero no es así. A ti que estás leyendo esto, quiero decirte que no importa si tu duelo es resultado de una pérdida tangible como la muerte de un ser querido o de una pérdida intangible como una separación, es normal que haya momentos que lo sobrellevas mejor e incluso llegas a olvidar todo el sufrimiento, pero existen otros en los que simplemente sientes que te aplasta tanta tristeza, te sientes agobiado, sin fuerzas y sientes que no podrás resistirlo, que tu corazón se partirá en dos y puede que lo experimentes todo en un mismo día. Debes saber que la recuperación no es lineal, que tiene altas y bajas, que no significan regresar a inicio, sino tocar fondo para volver a impulsarte y cada vez serán menos profundas pero todas tendrán algo que enseñarte. Habrá muchas cosas que eran normales y ahora te representan grandes desafíos, como el solo hecho de levantarte y salir a trabajar, reconoce tu esfuerzo y no olvides que estás reconstruyendo toda tu vida, recuerda que te estás adaptando a un mundo distinto al que conocías antes de la pérdida, por eso puede parecer peligroso y caótico al inicio pero poco a poco serás capaz de apreciar nuevamente la belleza. Aunque te parezca que llevas mucho tiempo viéndolo caótico, no te presiones con el tiempo transcurrido, pues cada quien tiene su propio ritmo y como el proceso único que es, no existen tiempos “normales” para superarlo pues no hay plazos para que cicatrice el corazón.

No trates de aparentar “fortaleza” al guardar tus emociones, pues aquí entre nos, nadie que haya atravesado un duelo puede creer que no te duela y a ti te pueden llegar a ahogar tantas lágrimas guardadas y palabras sin expresar. El llanto es normal cuando algo nos duele y cuando te duele el cuerpo, el alma, el pasado, el presente y el futuro, es completamente normal que llores, así que no te reprimas y asume que la verdadera fortaleza no radica en “no sentir” sino en enfrentar lo que sentimos, para aprender de ello. No temas profundizar en tu dolor, pues a veces en los más profundos abismos, nos encontramos a nosotros mismos y nos hacemos conscientes de la gran fuerza interior que poseemos.

Es importante que sepas que la superación del duelo no implica que hayas olvidado a tu ser querido, sino que lo has recolocado emocionalmente en tu corazón, en un sitio donde vive junto a los recuerdos y enseñanzas que compartieron, donde podrás encontrarlo cuando lo necesites. Estará en un lugar tan especial de tu corazón, que dejará espacio para otras personas significativas que no llegarán a sustituirlo, sino a llenar tu vida de otras experiencias y entonces podrás contar su historia sin dolor. Puede que al principio pienses que es mejor no volver a encariñarte, para no sufrir, te digo que no es posible y que en la medida que lo intentes, terminarás lastimándote más, por lo que es mejor que aprendas a soltar, pues la vida es una sucesión de saludos y despedidas, que van moldéandote de algún modo.

Aprenderás que el duelo solo tiene dos caminos: el crecimiento, que te hace más sensible al sufrimiento de los demás y la amargura que te hunde en el dolor. Tendrás en todo momento la opción de elegir alguno de los dos caminos y aunque en muchos momentos te estaciones en la amargura, dirígete al crecimiento, pues es la única forma que logres recolocar exitosamente a tu ser querido y concientizar las enseñanzas de la relación, ya sea para hacerlas tuyas o para cambiar. De otra manera estarás permanentemente comparando tu realidad antes y después de la pérdida y no podrás avanzar.

Solo quiero que sepas que no está mal sentir dolor, que debes tratar de ser amable y compasivo contigo, que debes apoyarte y reconocer tus propios límites, pues te aseguro que reconocerás cuando estés listo para dar el siguiente paso. Aunque parezca una mentira que te digo para que te sientas mejor, todo esto que sientes, va a pasar. No será rápido, ni sencillo, pero te aseguro que vas a dejar de sentir dolor y cuando voltees, serás capaz de recordar con alegría.

Date tiempo, está sanando tu corazón.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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