Las primeras excavaciones de la zona se remontan a principios del siglo XX por orden del marqués Giovanni Imperiali.
Los arqueólogos de Pompeya han descubierto los cuerpos de dos hombres, un noble de entre 30 y 40 años y su joven esclavo de entre 18 y 25, y los han reconstruido con tanto detalle que se puede distinguir que el primero llevaba una lujosa capa de lana y el segundo una túnica corta, según han informado este sábado los responsables del Parque Arqueológico de Pompeya en un comunicado.
Los dos cuerpos, sorprendidos por la erupción del Vesubio que en el año 79 de nuestra era destruyó la ciudad romana, han sido encontrados en un espacio lateral del criptopórtico, en la parte noble de la villa suburbana de Civita Giuliana, una majestuosa finca de la época del emperador Augusto, que presumía de tener salones y balcones con vistas al mar. El terreno se ubica fuera de las murallas pompeyanas, a unos setecientos metros al noroeste, y en esta área los arqueólogos encontraron en 2017 los restos de tres caballos en los establos, con sus sillas de montar y los arneses.
El criptopórtico, por su parte, permitía el acceso al piso superior y era un espacio de unos 2,20 metros de alto, pero cuya longitud se desconoce por el momento, y contaba con piso de madera como indica la presencia en los muros de seis huecos para albergar las vigas que soportaban una galería, indica el comunicado oficial.
Los expertos han utilizado para reconstruir los cuerpos de las víctimas la antigua técnica de hacer moldes con yeso, concebida en el siglo XIX por el arqueólogo Giuseppe Fiorelli, que consiste en la introducción de un yeso líquido en las cavidades que dejaron los restos de los habitantes de la antigua ciudad romana. Con el paso de los siglos, los cuerpos enterrados bajo la lava y las rocas que expulsó el volcán se descompusieron por completo, dejando un hueco que es rellenado con yeso, formando un molde perfecto de la víctima del volcán en el momento de la muerte. En ningún otro lugar se conservan tantos cadáveres del mundo antiguo, de personas que no fueron enterradas, sino que quedaron petrificadas en el momento en que se produjo su fallecimiento. Las técnicas modernas han permitido extraer cada vez más información no solo sobre su muerte, sino sobre sus vidas.
Esclavo con una vértebra aplastada
De esta manera, han logrado devolver la forma de los cuerpos y observar que la primera víctima era un hombre “joven, de entre 18 y 23/25 años, de unos 156 cm de altura”, que llevaba una túnica corta, y con signos visibles que evidencian que había realizado “trabajos pesados”, con lo que los científicos y expertos de Pompeya sospechan que era un esclavo. El segundo hombre tenía entre “30 y 40 años y una altura de unos 162 cm”, y llevaba una túnica larga o una capa de lana, se lee en la nota. Los dos se encontraban en posición supina, con las manos en sus pechos, y con unas ropas de las que se distinguen hasta los pliegues, algo “asombroso” tal y como lo ha descrito el ministro italiano de Cultura, Dario Franceschini.
Las primeras excavaciones de la zona se remontan a principios del siglo XX por orden del marqués Giovanni Imperiali, que era entonces el propietario de la finca. En el conjunto de Pompeya, en cambio, los arqueólogos comenzaron a trabajar mucho antes, a finales del siglo XVIII, y rápidamente empezaron a aparecer restos humanos. Las obras actuales han sido financiadas íntegramente por el Parque de Pompeya con un millón de euros y están destinadas a evitar los posibles saqueos de las tumbas.
El conjunto que forman las ciudades enterradas por el Vesubio en el año 79 es considerado el yacimiento arqueológico más valioso del mundo porque ningún otro ha aportado tanta información sobre la antigua Roma. Después de mucho tiempo de abandono, en los últimos años, gracias al Proyecto Gran Pompeya que reúne fondos europeos e italianos, se han abierto varias casas, se ha restaurado la Villa de los Misterios y, sobre todo, se ha avanzado en las excavaciones con nuevos descubrimientos, tanto de víctimas del Vesubio como de nuevas casas y pinturas.
La erupción del Vesubio fue un proceso gradual que se prolongó durante muchas horas. De hecho, la ciudad había sufrido un terremoto anterior, que indicaría actividad sísmica, y se encontraba en pleno proceso de reconstrucción cuando el volcán napolitano se despertó, en el año 79 de nuestra era. Aunque la fecha tradicional de la erupción es el 24 de agosto, varios historiadores creen que tal vez tuvo lugar en otoño, precisamente porque alguno de los cadáveres encontrados iban vestidos con gruesas capas de lana, impropias del sur de Italia en pleno verano.