En la novela Sabrás que fue la vida, publicada en Planeta, Jill Begovich describe la vida de tres mujeres, tres habitantes de la inmensa capital mexicana que, en teoría, no tendrían nada en común.

Puntos de inflexión, momentos que se convierten en un parteaguas y que marcan, aunque no se desee, la vida de todos, la propia y la de quienes están cerca o tal vez lejanos, pero que por diversas circunstancias están más próximos y presentes de lo que alguna vez se imagino.

En la novela Sabrás que fue la vida, publicada en Planeta, Jill Begovich describe la vida de tres mujeres, tres habitantes de la inmensa capital mexicana que, en teoría, no tendrían nada en común, pero a quienes el destino les teje una red que las enlaza mezclando sus historias.

Luci era una niña cuando su mamá, una bailarina famosa, muere de manera inesperada, dejándolos a ella y a su esposo, un comandante de la PGR, con una serie de máscaras en las que ocultan su tristeza y el dolor de una pérdida que no supieron cómo procesar; mientras que Sara encontró en el amor la manera de huir de una realidad de la que quería escapar, sin darse cuenta de que llegar a una jaula de oro podría sumirla en un mundo de adicciones que esconde detrás de una imagen de perfección.

Flor es una indígena otomí que resume en su vida la historia de las comunidades marginadas y el peso de ser mujer en una sociedad machista, llena de prejuicios, discriminación y clasismo, y a la que la ignorancia y buen corazón no la salvan de caer en las garras de uno de los principales cárteles criminales.

Y en esa jungla en la que se ha convertido la gran urbe, las tres mujeres podrían ser afectadas por historias de horror que mezclan feminicidios, inmigración ilegal, criminalidad, narcotráfico, trata de personas, secuestros, racismo y una serie de delitos diversos a los que una parte de la sociedad no solo parecen haberse acostumbrado, sino que hasta los propician. “Ella soltó la mano del joven como reflejo a su mentira.

Estaba harta de que todos le ocultaran cosas.

La verdad duele, pero la mentira, que tarde o temprano termina siendo descubierta, es un veneno que mata lentamente la confianza”, piensa una de las protagonistas. “La peor es cuando uno mismo disfraza la realidad.

Al principio puede resultar un alivio, pero el autoengaño es una puerta de emergencia que da a un callejón sin salida”. Jill Begovich Klett (Ciudad de México, 1984): Cursó Comunicación en la Universidad Iberoamericana y realizó estudios en la Escuela Australiana de Negocios de la Universidad de Nueva Gales del Sur.

Desde 2008 se desempeñó en la producción y conducción de programas de noticias para la televisión. Ha sido conferencista en foros nacionales e internacionales. @JillBegovich

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