Artistas escénicos de distintas agrupaciones de Puebla se reunieron en la explanada del Teatro Principal para pedir que dicho inmueble vuelve a estar bajo el mando de la Secretaría de Cultura y que sea ocupado por talentos locales.

Ello en la conmemoración del Día Mundial del Teatro, que desde 1962 se lleva a cabo el 27 de marzo y que tiene como costumbre que un representante de la comunidad emita un mensaje de resistencia o de esperanza.

En ese sentido, José Carlos Alonso, director de Tetiem, señaló que las compañías poblanas no pueden usar el Teatro Principal, el cual es un referente en la escena latinoamericana, debido a sus altas tarifas, pues su renta cuesta de 35 a 50 mil pesos.

«El Teatro Principal no es usado por los artistas poblanos, porque es muy cara la renta, no hay las condiciones, no hay las políticas culturales públicas, para poder acceder a este», manifestó.

El creativo recordó que, en 2018, el Congreso de Puebla revocó la administración del lugar para pasarla al Organismo Público Descentralizado (OPD) Convenciones y Parques.

En otro orden de ideas, hizo un llamado a la actual gestión estatal para que apoye la formación de públicos desde las infancias, pues explicó que esto sería beneficioso para la solvencia de las agrupaciones locales.

«No estamos pidiendo presupuesto, estamos pidiendo a que nos ayuden a mejorar nuestro entorno como artistas y ya nosotros veremos cómo le hacemos, pero sino hay condiciones para trabajar, sino hay condiciones para hacer nuestro trabajo, es muy complicado», acotó.

Sostuvo que el teatro ayuda a la educación emocional de las personas, es decir, a ser más sensibles respecto a distintas problemáticas sociales.

Por su parte, Roberto Mendiola, director de Rodará, acusó que hay un menosprecio hacia la comunidad artística poblana, pues solo le brindan las migajas de los programas culturales.

Derivado de lo anterior, pidió que se liciten los programas en cuestión bajo el argumento de que hay talentos locales con la capacidad de gestionarlos y pidió que no haya subcontratación.

A nivel internacional, el autor y director de origen griego, Theodoros Terzopoulos emitió el siguiente mensaje:

“¿Puede el teatro escuchar la llamada de auxilio que los tiempos modernos están enviando a un mundo habitado por ciudadanos empobrecidos y encerrados en las celdas de la realidad virtual y atrincherados en su asfixiante privacidad? ¿Puede hacerlo en un universo de existencias robotizadas dentro de un sistema totalitario de control y represión que abarca la totalidad de la vida?

El teatro ¿está preocupado por la destrucción ecológica, el calentamiento global, la pérdida masiva de biodiversidad, la contaminación de los océanos, el derretimiento de los hielos, el incremento de los incendios forestales y los eventos climáticos extremos? ¿Puede el teatro ser parte activa del ecosistema? Durante muchos años ha sido un espectador más del impacto que hemos tenido los seres humanos en nuestro entorno y se ha visto en dificultades para lidiar con este problema.

¿Le preocupa al teatro la manera en que la condición humana está siendo moldeada y manipulada en el siglo XXI por intereses políticos y económicos, los grandes medios informativos y las compañías que configuran la opinión general? ¿Se preocupa por el papel asumido por las redes sociales que facilitan la manipulación y se convierten en obstáculo, casi insalvable para la comunicación con el Otro?

Un sentido generalizado de temor por el Otro, el Diferente, el Extraño, domina nuestros pensamientos y nuestras acciones.

¿Puede el teatro funcionar como un espacio de trabajo para la coexistencia de las diferencias sin tener en cuenta la herida abierta?

La herida abierta nos invita a reconstruir el Mito Palabras de Heiner Müller: “el Mito es un agregado, una máquina a la cual siempre se pueden conectar nuevas y diferentes máquinas. Transporta la energía hasta que la creciente velocidad explota el terreno cultural” y, yo añadiría, el terreno de la barbarie.

¿Puede el teatro arrojar luz sobre los traumas sociales y dejar de arrojar luz sobre sí mismo?

Preguntas ciertas que hace Dioniso al teatro cuando pasa por su lugar de nacimiento, el escenario del edificio teatral, y, cual refugiado, continúa su silencioso viaje a través de los paisajes bélicos hoy en día: el Día Mundial del Teatro.

Preguntas que no permiten respuestas definitivas, porque el teatro existe y perdura gracias a preguntas sin respuestas.

Miremos en los ojos de Dioniso, el extático dios del teatro y del Mito, que une el pasado, el presente y el futuro; el hijo de dos nacimientos, Zeus y Semele; la expresión de las identidades fluidas, hembra y macho, iracundo y gentil, divino y animal, en el límite entre la locura y la razón, el orden y el caos; un acróbata en la frontera entre la Vida y la Muerte. Dioniso formula la pregunta fundamental ontológica: “¿de qué se trata?”. Pregunta que conduce al creador a realizar una investigación cada vez más profunda en la raíz del mito y de las múltiples dimensiones del enigma humano.

Necesitamos nuevas formas narrativas cuyo objetivo sea cultivar la memoria y darle forma a una nueva responsabilidad moral y política que emerja de la actual dictadura multiforme de esta nueva Edad Media que vivimos en nuestros días”.

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