Las vecindades novohispanas tenían un patio central y en algunos casos se sabe que existían cocinas comunales.

Las vecindades han sido el escenario de innumerables historias, ya sea en libros, telenovelas, películas, series y canciones.

La peculiaridad de estas viviendas radica en el alto grado de convivencia que se genera entre los inquilinos al compartir áreas comunes, así como por los procesos de identificación que ellos mismos generan, ya que los habitantes de una vecindad son parte de una comunidad.

Desde el periodo novohispano las vecindades han sido una opción de vivienda para los sectores con menos recursos económicos, e incluso se cuenta de su existencia desde mediados del siglo XVI.

Durante el virreinato, una de las muestras más visibles de la posición social de los sujetos era la casa en la que vivían.

La gente adinerada solía vivir en casas solas, de dos pisos, las cuales tenían un patio central, con una fuente o una pila, alrededor del cual estaban construidas las habitaciones: en el piso alto vivían los dueños de la casa, mientras que la parte de abajo estaba destinada a cocheras y accesorias.

Debido a la gran cantidad de habitaciones de las casas virreinales, algunas fueron adaptadas para albergar a varias familias que no podían poseer una casa propia, o incluso algunas propiedades de la Iglesia, como los conventos, fueron utilizadas como vecindades, en las que había también pequeñas accesorias.

Las vecindades novohispanas tenían un patio central y en algunos casos se sabe que existían cocinas comunales.

Durante la segunda mitad del siglo XIX aumentó el número de vecindades debido a las leyes de desamortización, y nacionalización de bienes eclesiásticos, con las cuales los conventos fueron vendidos o utilizados como viviendas.

Las vecindades construidas con la finalidad de ser, desde un principio, viviendas populares, se integraban por una serie de cuartos pequeños, unidos a un patio central donde se encontraba una toma de agua.

Al llegar el siglo XX, la Ciudad de México contaba con cerca de 350,000 habitantes, lo que exigía una gran cantidad de viviendas.

La vida transcurría en los patios, los lavaderos y los pasillos que conectaban las habitaciones.

Cada día estas se han ido perdiendo, han ido desapareciendo, y en su lugar llega otro tipo de vivienda.

@cronicabanqueta

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