Santiago quería regalarle a su padre un coche cuando fuera grande, que quería estudiar y ganar mucho dinero para ayudar a su mamá, contaron familiares.

Este martes familiares y amigos dieron el último adiós al pequeño Santiago Calixto Arrieta, el niño de 9 años que perdió la vida tras ser alcanzado por una bala perdida en el municipio de San Pedro Cholula, Puebla, cuando ayudaba a su abuelito a cuidar autos en el estacionamiento de un hotel.

Tras ser velado en una funeraria, los restos de Santi, como le llamaban sus seres queridos, fueron trasladados a la iglesia del barrio de Xixitla, donde se realizó una misa de cuerpo presente.

Tras la misa, sus restos fueron enterrados en el panteón del barrio de La Magdalena de San Pedro Cholula.

El ataúd blanco llegó al cementerio del barrio de La Magdalena acompañado por música de mariachi, confeti y globos blancos.

Por momentos, los deudos contaron que Santiago quería regalarle a su padre un coche cuando fuera grande, que quería estudiar y ganar mucho dinero para ayudar a su mamá; no faltó quien contara que su última petición antes de morir se la hizo a su abuelo Ernesto, quien lo vio desvanecerse esa noche: «agárrame fuerte», le dijo.

En el cementerio, sus padres y uno de sus hermanos fueron los primeros en despedirse; en tanto, el resto de la familia lanzaba dulces y globos blancos; al final, decenas de flores cubrieron el montículo de arena.

A través de un video que fue difundido en redes sociales se puede apreciar el momento en el que el pequeño se desvanece tras recibir un impacto en el costado izquierdo del pecho, el cual le arrebató la vida de forma instantánea, por lo que los paramédicos que llegaron al sitio nada pudieron hacer por salvarle la vida.



Hasta el momento las autoridades de San Pedro Cholula y la Fiscalía General de Puebla no han dado información respecto a las investigaciones de este caso.

Sin embargo, fuentes cercanas indicaron a Imagen Puebla que la línea principal gira entorno a que la bala que impactó al niño provino desde un bar cercano al hotel donde el menor estaba trabajando con su abuelito Ernesto Arrieta, de 68 años.

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