El obispo de Tlaxcala Julio César Salcedo Aquino, refirió que el Conjunto Franciscano ha permanecido fiel a lo largo de los siglos a su misión original.
La Diócesis de Tlaxcala, acogió “con alegría” la inclusión que realizó la UNESCO para inscribir al Conjunto Conventual Franciscano y Catedralicio de Nuestra Señora de la Asunción como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
A través de un comunicado, el obispo de Tlaxcala Julio César Salcedo Aquino, refirió que el Conjunto Franciscano ha permanecido fiel a lo largo de los siglos a su misión original, que ha sido “la obra evangelizadora de la iglesia”; además de que ha conservado su autenticidad en diseño, materiales de construcción y decorativos, y custodia elementos preciosos de la primera evangelización en México.
“En nombre de la Iglesia que peregrina en Tlaxcala, acogemos con alegría esta Declaratoria del Conjunto Conventual Franciscano y Catedralicio como Patrimonio Cultural de la Humanidad; uniremos esfuerzos con las autoridades correspondientes a fin de valorarlo y conservarlo”, refiere el texto.
Asimismo, señaló que mantendrán el anuncio con alegría del evangelio, sobre todo durante estos tiempos adversos y difíciles que la población padece a consecuencia de la pandemia por COVID19, para que la fe de los tlaxcaltecas se manifieste en misericordia.
“Nos alegramos por este reconocimiento del Conjunto Franciscano, herencia de una historia misionera y evangelizadora, cultural y artística en Tlaxcala”; refirió el jerarca de la iglesia católica en la entidad.
En conferencia de prensa virtual conjunta, el obispo tlaxcalteca, agradeció a todas las personas que apostaron al proyecto, que trabajaron en todo el procedimiento, que valió este reconocimiento mundial de este recinto que formó parte de la primera diócesis de México, además de que es un testigo vivo de la obra de evangelización en el país iniciada desde hace 500 años.
Aseguró que con esta declaratoria, el Conjunto Conventual y la Catedral de Tlaxcala, se convierte en la madre de todas las iglesias de la Diócesis, signo de unidad y centro de la vida litúrgica, sobre todo en estos momentos difíciles, y signo de presencia de dios para el pueblo.
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