De enero a principios de junio de este año el albergue para migrantes atendió a 151 menores de edad originarios de países de Centroamérica.
La violencia generada en los países de Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, aunado a la falta de oportunidades de empleo para mejorar la economía de las familias, han motivado a menores de edad a abandonar sus naciones en búsqueda de seguridad y de salir de la situación de pobreza.
Esos son los principales factores del éxodo de migrantes que incluye no solo a adultos, hombres y mujeres, sino también a niños y niñas, quienes buscan llegar a Estados Unidos para huir de la violencia y la pobreza, así lo declaró el responsable del albergue para migrantes “La Sagrada Familia” ubicado en el municipio de Apizaco, Elías Dávila Espinoza.
Dijo que los menores de edad salen de sus naciones donde no son respetados sus derechos humanos y donde no se garantiza su desarrollo en un contexto de paz, pero llegan a un país donde el mandatario implementa una política de “Cero Tolerancia” con la que se separa a las y los niños de sus padres cuando cruzan la frontera norte.
En ese sentido, el padre Elías Dávila reveló que ese fenómeno migratorio de menores de edad de Centroamérica ha llegado a Tlaxcala, pues de enero a principios de junio de este año, el albergue para migrantes ubicado en el municipio de Apizaco ha atendido a un total de 151 menores de edad que viajan a lomo de tren rumbo a la frontera.
De ese total, de cero a 12 años fueron 10 niños y niñas atendidos en el albergue “La Sagrada Familia”; mientras que de 13 a 17 años fueron un total de 141, a lo largo de seis meses.
Sobre las nacionalidades, el encargado del albergue comentó que “la mayoría cómo siempre, son de Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en las entrevistas que tenemos con ellos y con sus familiares es que salen de sus países en búsqueda de trabajo y otros huyendo de la violencia que existe en sus países por las pandillas”.
Comentó que, la mayoría de los menores de edad, en esa entrevista inicial para ser atendidos en el albergue, aseguran que viajan en compañía de sus padres o familiares, y solo una mínima parte suelen estar solos, situación que es delicada porque se convierten en blanco de la delincuencia que suelen encontrar en el trayecto.
“Generalmente ellos suelen viajar solos algunos otros si están acompañados de una persona mayor, pero en realidad no podemos saber quiénes van solos o no porque no nos dicen por temor a que nosotros interrumpamos su viaje. En el caso de los niños más pequeños pues si van sus padres”, agregó.