El consumo de alcohol es uno de los principales factores de riesgo prevenibles asociado a diversas consecuencias físicas y psicológicas, también se liga estrechamente a problemas sociales como la violencia de género, el desarrollo de enfermedades crónicas, incluidos los trastornos mentales. Para frenar las consecuencias del consumo es indispensable que el Estado mexicano impulse una política nacional que regule la creciente disponibilidad de puntos de venta, limite los horarios, las promociones y la publicidad de las bebidas

Aunque la ingesta de alcohol suele estar normalizada y socialmente aceptada, sus efectos pueden ser devastadores, especialmente en las mujeres. Por ello, en el marco del Día Internacional de las Mujeres resulta crucial reflexionar sobre el impacto desproporcionado de la sustancia en su salud, seguridad y bienestar”, afirmó Yahaira Ochoa, especialista en temas de género de Salud Justa Mx.

Diversos estudios han mostrado la relación directa entre consumo el alcohol y la violencia de género.De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2016[4]), en México una de cada tres mujeres que conviven con un cónyuge que consume alcohol diariamente hasta alcanzar la de ebriedad, enfrenta un riesgo significativamente mayor de vivir violencia de pareja en comparación con aquellas cuyos hogares están libres del consumo. De acuerdo con la Encuesta RESET Alcohol México 2024, realizada por Vital Strategies, el 97% de la población mexicana está preocupada por la violencia contra la mujer atribuible al consumo de alcohol.

Al respecto Yahaira Ochoa, también integrante de RASA, señaló: “Para prevenir la violencia contra las mujeres en el contexto del consumo de alcohol es necesario implementar una política nacional que integre la perspectiva de género y considere los determinantes sociales y comerciales de la salud. La evidencia internacional muestra que es la única forma de lograrlo”. Un estudio realizado en México reveló que las mujeres tienen 3.5 veces mayor riesgo de sufrir violencia severa cuando su pareja toma alcohol.[5] Otras investigaciones indican que, en contextos donde coexisten el consumo de alcohol y la violencia, el riego de depresión de la persona que sufre agresión es cuatros veces mayor y la incidencia se duplica hasta ocho veces cuando la mujer está embarazada.2 “La industria del alcohol ha responsabilizado a los consumidores de las terribles consecuencias que provoca este producto, además de oponerse a las políticas públicas que buscan disminuir el consumo de alcohol pues afectarían sus ganancias. Es momento de que esta industria se haga responsable de los daños que provoca y que los tomadores de decisión actúen al respecto. Los datos nos demuestran que el alcohol es un factor de riesgo de la violencia hacia las mujeres. Urge una política nacional sobre el consumo de alcohol con perspectiva de género” añadió Ochoa.

En México 10.6% de los adolescentes en contexto escolar (secundaria y bachillerato) perciben que sus padres tienen un consumo problemático de alcohol. Solo el 1.3% identifica lo mismo en sus madres y el 1.7% percibe que el problema es de ambos. En este sentido, el alcohol es también un factor de riesgo de violencia en el hogar.

En nuestro país el consumo de alcohol es el sexto factor de riesgo a la salud, responsable de más de 38 mil muertes en 2021, de las cuales alrededor de 6 mil (15%) se atribuyeron a la violencia interpersonal.

Las mujeres enfrentan riesgos específicos asociados al consumo de alcohol, como un mayor impacto en la salud, debido a factores biológicos y sociales. Esto hace necesario promover una mayor conciencia y definir acciones que protejan su bienestar y el ejercicio de sus derechos. Las políticas públicas deben apuntar a disminuir la disponibilidad de las bebidas alcohólicas, con restricciones en los horarios de venta, así como con la prohibición de la publicidad y el impulso a los impuestos saludables.

RASA reiteró su llamado al gobierno para construir una política nacional para el control del alcohol que contemple las recomendaciones de organismos internacionales como la OMS, OPS y la iniciativa RESET, que contribuya a reducir la carga de enfermedad y muerte asociadas al consumo de alcohol.

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