En conjunto, Puebla, Estado y Ciudad de México registraron 784 casos en los últimos 31 años, lo que representa el 62% del total nacional.
En lo últimos 31 años (de 1988 a 2018) se han presentado mil 206 linchamientos a lo largo y ancho del país, lo que significa un promedio de 38 casos por año y tres casos por mes.
Los estados de Puebla, México y Ciudad de México destacan con el mayor número de casos de linchamientos registrados en los últimos 31 años con 748 casos, lo que representa el 62 por ciento del total nacional, refiere el estudio “Linchamientos en México: una puesta al día”, elaborado por los investigadores Raúl Rodríguez Guillén y Norma Ilse Veloz Ávila.
En el ranking de distribución de acuerdo al número de casos, el estado de Puebla es el segundo lugar nacional con 281 linchamientos en los últimos 31 años, mientras que Tlaxcala ocupa el noveno lugar nacional con 36 hechos violentos.
De acuerdo al estudio el mayor número de linchamiento se concentra en el centro del país y se extiende al sur aunque este fenómeno no ha alcanzado al estado de Yucatán, sin embargo reporta por primera vez casos en Aguascalientes, Baja California Sur, Durango y Guanajuato.
Desde 2013 –tercer periodo de crecimiento del fenómeno- los linchamientos han mostrado un crecimiento constante hasta 2018 de 507 por ciento entre 2010 y 2018.
En este periodo, Puebla ocupó el primer lugar nacional seguido de Estado de México; por otro lado, Tlaxcala formó parte de las 10 entidades en las que se ha producido el mayor número de casos.
De los 281 reportados entre 1988 y 2018, la cantidad de 270 corresponden al periodo de 2008-2018 en Puebla. Por su parte, en Tlaxcala, de los 36 casos 30 corresponden a los últimos ocho años, lo que representa el 95 por ciento del total.
Los investigadores Raúl Rodríguez y Norma Veloz refieren que en donde tienden a expresarse los linchamientos es “ahí donde se presentan altas tasas de delincuencia que afectan directamente a grupos sociales de recursos medios y bajos, acompañadas de altos niveles de impunidad de los delincuentes, a los que se ligan sentimientos de inseguridad, indignación y falta de confianza en la actuación de las autoridades policiales y de administración de la justicia”.