La clave está en moderar las expectativas y trabajarnos la relación día a día, sugiere un reciente estudio

Un estudio publicado el pasado noviembre en la revista Journal of Personality and Social Psychology trataba de resolver esta pregunta desde una perspectiva diferente. En lugar de centrarse en las conductas eróticas concretas que nos llevan a sentirnos felices, investigaba las expectativas que tienen las personas y su posibilidad de verlas satisfechas.

Los autores de la investigación, de la Universidad de Toronto (Canadá), dividieron a los participantes –tanto homosexuales como heterosexuales– en dos grupos diferenciados. Por una parte, aquellos que creen en que el destino les deparará el encuentro con alguien con quien desde el principio tendrán una conexión erótica perfecta y compenetrada. Por la otra, quienes piensan que las relaciones hay que trabajárselas y que la compenetración sexual se consigue con esfuerzo, a lo largo del tiempo.

Los datos de las seis encuestas que hicieron a los mil 900 participantes del estudio mostraron que los segundos, aquellos que creen en el crecimiento sexual progresivo, tienen una vida erótica más feliz. El secreto, según estos investigadores, está en las expectativas que generan las creencias. Los que esperan el éxtasis inmediato se ven pronto decepcionados y se sienten infelices, mientras que los otros van mejorando poco a poco con el tiempo.

«La gente que cree en el destino sexual equipara automáticamente los problemas en la cama a los problemas en la vida de pareja en general», explica Jessica Maxwell, la experta que ha dirigido el estudio. «Pero tu vida sexual es como un jardín, que necesita ser regado y cuidado para que se mantenga florido». Lo de la predestinación se queda para las novelas románticas y las películas.

 

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